Como parte de su recorrido por la delegación Gustavo A. Madero, la caravana de turisteros que encabeza Miguel Torruco, secretario de Turismo del Gobierno del Distrito Federal, hizo escala en la Villa de Guadalupe, sede de dos basílicas dedicadas a nuestra señora de Guadalupe y del Cerro del Tepeyac, escenario de sus apariciones.
Refiero lo anterior porque se trata del templo católico más visitado del hemisferio y acaso del mundo, ya que cada año recibe la visita de millones de personas y porque el año próximo, en septiembre del 2014, Santiago de Compostela será sede del primer Congreso Mundial de Peregrinaciones a cargo de la Organización Mundial de Turismo, cuyo secretario general es Taleb Rifai, viejo conocido de México.
El día de la presentación del evento, Rifai recordó que el turismo representa el 9 por ciento del PIB mundial y que emplea a una de cada once personas que trabajan en el mundo. Rifai fue más allá y dijo que además de su importancia económica, que es obvia, el turismo tiene que promover otros valores como el fin de las hostilidades a nivel mundial, pues la industria de viajes promueve valores como la tolerancia, la interacción, el diálogo y el entendimiento, sin cuya presencia no funcionaría la actividad turística.
No hay que perder de vista que países como España y Francia, que están desde hace décadas en el top five mundial, fundamentan mucho de su éxito en el turismo religioso, en particular en la ruta de las peregrinaciones. Santiago de Compostela es ejemplo de operación del turismo religioso. Más de la mitad de los digamos peregrinos que llegan a esas tierras gallegas, no es español, sino que se trata de turismo internacional. En el 2015 se celebran, por cierto, 800 años de la peregrinación de Francisco de Asís a Compostela. El turismo religioso atrae conceptos como cultura, ética, historia, trascendencia. A pesar de la fuerza de los destinos de sol y playa, España voltea cada vez más la vista al turismo cultural para atender a un turista más informado, mejor formado que quiere otro tipo de experiencias. México tiene en la Basílica una verdadera joya de turismo religioso que no se ha transformado en un producto turístico atractivo. También hay que incluir la pasión de Iztapalapa, con la característica de que su impacto se reduce a los llamados Días Santos. Al templo de San Hipólito, donde se venera a San Judas Tadeo, también acuden cientos de miles de fieles pero está muy lejos de estar en valor turístico. Lo hemos dicho antes, pero es momento de repetirlo, la Basílica de San Pedro y los santuarios de Lourdes en Francia y de Fátima en Portugal son verdaderos emporios turísticos que hacen día con día el milagro de la multiplicación de los turistas. Las cifras cambian, pero el pastel de turismo religioso en el mundo es superior a los 12 mil millones de euros. Lo que urge en nuestro país, y de manera muy particular en la ciudad de México, con un sitio como la Basílica es una gestión turística profesional en la que participen prestadores de servicios de todos los niveles. El turismo es para esa zona de la ciudad una oportunidad única, de corto plazo, de reactivar la economía, dignificarla. El camino para hacerlo es diseñar actividades atractivas para que los peregrinos se queden más tiempo en la zona, que incluso puedan pernoctar en un buen hotel, no en un hotel de paso ni nada por estilo. Demanda un esfuerzo pero lo más importante, los peregrinos, ahí están por millones y van seguir acudiendo por los siglos de los siglos. Que quede claro, no se trata de metalizar una creencia, se trata de contribuir al bienestar de miles de familias mexicanos que requieren un mejor ingreso para cubrir sus necesidades. Los expertos recomiendan la conformación de circuitos que incluya varios sitios de interés turístico vinculado a la religión, donde los visitantes o peregrinos reciban servicios de calidad.
El secretario Torruco Marqués visitó ayer, como quedó dicho, el más importante templo mariano del mundo, el santuario de la fe católica dedicado a la Virgen María, al norte de la Ciudad de México, que oficialmente se llama Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe. O simplemente, Basílica de Guadalupe. Habrá que pedirle otro milagrito.