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¿México es el muro de Trump?



Elementos de la Guardia Nacional y agentes del Instituto Nacional de Migración sellaron el puente fronterizo en Chiapas ante la llegada de una nueva caravana migrante. La estrategia de la 4T para encarar el desafío migratorio dio en un año un giro de 180 grados provocado por la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles extraordinarios a los productos mexicanos si el gobierno de AMLO no detenía las caravanas migrantes centroamericanas que intentan llegar a la frontera con Estados Unidos. Ha sido un cambio diametral...
 
Y es que en las primeras semanas del nuevo gobierno, la estrategia fue dejar hacer y dejar pasar, con la cobertura de un discurso humanista que alentó a muchos a venir a México, donde gozarían de todas las comodidades comenzando por casa, comida y sustento. Todo esto para beneplácito de los gobiernos de países como Guatemala, El Salvador, Honduras y Cuba entre otros que se lavaron las manos y dejaron que los mexicanos trataran de enderezar sus entuertos. La verdad es que no pudimos, las caravanas se multiplicaron y por momentos por las carreteras mexicanas había tres o cuatro grandes grupos desplazándose hacia el norte.
 
Así fue hasta que llegó el manotazo de Trump. No hubo más remedio que hacer ajustes en la estrategia incluso en el discurso que pasó de ser “vengan todos” a “los que quieran venir se ajustan a nuestras reglas, a nuestro marco legal, o no pasan”. El gobierno encomendó la tarea de contención de migrantes a la Guardia Nacional que detuvo a los grupos más nutridos, porque el paso hormiga no se ha detenido jamás. Los voceros oficiosos del gobierno que festinaron durante meses la primera estrategia, tuvieron que apechugar y ahora justifican el cambio. Es su chamba.
 
Lo cierto es que el gobierno mexicano se ha ganado palmaditas en la espalda por parte de Trump pero la espada de un castigo mayor sigue colgando del techo. Donald puede apretar si lo considera necesario para su campaña política. Es un problema muy complejo y la solución es multilateral. Todos los países involucrados tienen que hacer algo, comenzando por Estados Unidos que con inversiones mínimas podría generar proyectos productivos en los países expulsores para lograr que la gente se quede en su casa. También la ONU, en particular los cascos azules, pueden tener un papel de vigilancia y control. Por supuesto que hay.
 
Lo cierto es que desde el principio el camino a seguir era la aplicación de la ley. No se le impide el paso a nadie, pero todos tiene que seguir nuestras normas porque es nuestra casa. No pueden dar portazos, exigir apoyo, incumplir las reglas. Es una crisis humanitaria que no tiene a la vista una solución y que requiere de una estrategia de corto, mediano y largo plazos. Lo primero, que al parecer se está intentando, es imponer un principio de orden. Poner orden no es sinónimo de violación de los derechos humanos. Al contrario el orden es la garantía para que los migrantes transiten en condiciones de mayor seguridad.
 
Los expertos sostienen que en los hechos México está teniendo un papel de Tercer País Seguro, sin tener apoyo internacional ni del gobierno de Estados Unidos, lo que es inadmisible. Ellos, los gringos, impusieron los cambios pero a la hora de aportar recursos se lavan las manos.
 
 
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Twitter: @soycamachojuan

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