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Un nuevo rescate de Acapulco



Si Acapulco no consigue reposicionarse pronto como un destino turístico atractivo, con niveles de ocupación altos en sus hoteles, la opción para Guerrero es un periodo de inestabilidad social con Rojos, Guerreros Unidos, EPR, ERPI, policías de Iguala, basureros de Cocula y otras calamidades bíblicas. Suena exagerado pero ante el panorama imperante, el despegue del puerto se transforma en un asunto de seguridad interior de primer orden. Esto se debe a que en Guerrero no hay a la vista otras opciones de dinamismo económico. Si no es el turismo, no queda casi nada, acaso la minería pero no alcanza.

Hay que emprender un nuevo rescate de Acapulco incluso si los propios habitantes de Guerrero lo miran con displicencia o ante acapulqueños apáticos, poco comprometidos, con sus excepciones que sólo confirman la regla. La condición para el nuevo rescate es que ahora sí participe la comunidad, comenzando por las autoridades municipales y la comunidad empresarial. No lo digo por decir. Si la gente no se compromete en serio el destino no tiene remedio. La comunidad empresarial tiene que sentir que su futuro está conectado de manera irreversible con la prosperidad del puerto. No se trata de que sean mercenarios de los negocios sino empresarios, que es diferente. Muchos empresarios del puerto han actuado por años en terrenos pantanosos, como un pie en el negocio del entretenimiento y otro en el tráfico de drogas. Lo he dicho antes con reacciones airadas pero no importa hay que repetirlo porque así ocurrió.

Hubo un tiempo en el que el comercio de drogas era evidente en muchos de los antros de la costera, no me atrevo a decir que en todos por decoro, muchos taxistas usaban sus unidades como tienditas móviles para venderles droga a los turistas, sobre todo los extranjeros, cuando todavía iban por aquellas latitudes visitantes foráneos, que por cierto ya casi no llegan. La permisividad excesiva dio como resultado que todo se valiera. A los pocos meses alguien creyó conveniente aventar cabezas desprovistas del cuerpo. Que nadie se equivoque: si la droga se consigue en la costera, los vendedores y sus armas estarán en la costera. Es lo lógico. Si la droga está fuera de esa zona, los narcos operarán en otro lado. Fuerzas federales pueden blindar las calles turísticas, pero si los empresarios no se comprometen no habrá blindaje que valga.

Tal vez haya entre los lectores alguien que haya radicado por allá y pueda ratificar lo que aquí se apunta. Hay que establecer las coas con claridad. Los grupos criminales más peligrosos están vinculados con el narcomenudeo. Esto supone que es la misma gente, los ciudadanos comunes y corrientes que consumen drogas la que los financia. Hablo de Rojos, Guerreros Unidos, La Barredora, el Cártel Independiente de Acapulco, o como se llaman los dedicados a este negocio. El narcomenudeo es impensable sin cobertura policiaca, son dos caras de la misma moneda. Los policías de muchos municipios en Guerrero no sólo brindan protección, en muchos casos son los mismos operadores del crimen organizado, su brazo armado. Y así no se puede. Si quieren persistir los guerrerenses y en particular los acapulqueños tienen que contar con policías profesionales que no estén en la nómina de los grupos criminales. ¿Está dispuesta la gente a hacer el esfuerzo para contar con este tipo de cuerpos policiacos?

Acapulco tiene que seguir operando y, de ser posible, crecer. Ni la entidad, ni el gobierno federal se pueden dar el lujo de que se pierda. Que los normalistas y sus compinches se aficiones a bloquear la Autopista del Sol es un acto de masoquismo: sienten placer al lastimarse.

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@juan_asai

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