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La Reforma Educativa se va, se va, se va… de foul



Ninguna de las víctimas fatales del fallido operativo en Nochixtlán, Oaxaca, era maestro. No se ha podido demostrar, hasta el momento, que alguno o varios de ellos pertenecieran a un grupo radical, armado, de los que operan en la zona. Eran personas de la comunidad que tomaron la decisión de enfrentarse a las fuerzas federales. ¿Por qué lo hicieron?
Responder a esta pregunta puede arrojar luz sobre las dificultades que enfrenta la reforma educativa. Pero no sólo eso, permitirá, sobre todo, comprender el estado que guardan las relaciones de un amplio sector de la población con el gobierno, o más específicamente con la autoridad, porque no se trata solamente de gobiernos de algún partido, como el PRI. Se podrán calibrar las enormes oportunidades de aventureros populistas. Es una cuestión política, claro está, pero también de sicología social o alguna rama del conocimientos emparentada.
La reforma educativa no representa ningún riesgo para los habitantes de Nochixtlán. Al contrario, representa la posibilidad, por ahora cancelada, de un cambio para bien. Por ejemplo, que los maestros asistan con regularidad al salón de clases. Si los maestros no tienen el nivel mínimo para instruir a sus alumnos, que se capaciten y si no pueden que se dediquen a otras cosas. Que las escuelas sean espacios dignos y que haya una revisión continua de los planes de estudio. ¿Eso impacta para mal la vida diaria de la gente que vive en Nochixtlán y rancherías aledañas? Claro no.
Bloqueos suicidas.- No sólo eso. El contingente de la policía federal pretendía en Nochixtlán liberar la carretera para permitir el flujo de mercancías y personas. No se trató de un ataque a la población, sino de facilitar la vida de la gente. A pesar de eso, defendieron el bloqueo que les afecta, que no los beneficia en nada. Los líderes de la CNTE instrumentan los bloqueos carreteros porque alteran la vida de las personas. Si no tuvieran consecuencias nefastas no los harían. De eso se trata, de causar estragos. ¿A quién se los causan? Ningún integrante del gabinete, ni tampoco algún dirigente partidista o un gran empresario vive por allá. Los afectados son, fundamentalmente, la gente que vive ahí y que se han sumado a la causa de los maestros, que es indefendible.
Estamos, se dirá, ante un muy serio problema de comunicación política, pues nadie por aquellos lares tiene idea de los alcances y objetivos de la reforma. Hablo que la gente común y corriente, no de los líderes de CNTE que se cuecen aparte. Todavía más: existe una profunda desconfianza a todo lo que provenga del gobierno, a quien se considera, de arranque, un enemigo. La única faceta que aceptan del gobierno es la asistencial. O sea que les venda cosas baratas, que ponga comederos comunitarios, que les entregue dinero. Para eso está. Todo lo demás es demoniaco.
Algunos dirán que la burra no era arisca, la hicieron. Generaciones y generaciones de mexicanos han vivido en la exclusión. En el inconsciente colectivo el gobierno está ahí para despojarlos de lo poco que les queda. La reforma educativa requirió trabajo de campo, trabajo social, que no se hizo. Me ha tocado escuchar a líderes de la CNTE defender, intentarlo al menos, su rechazo a la reforma educativa. No tienen argumentos. Por eso hablan de que viene la privatización de la educación y usan lemas que estuvieron de moda hace medio siglo.
¿Todavía tiene alguna posibilidad la reforma educativa? Usted dirá, amable lector. A mí me parece un batazo profundo, que se va de foul.

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