Se dice poco, pero el año electoral 2015 arranca de manera formal en septiembre de este año. La elección federal será el bautizo de fuego para el nuevo Instituto Nacional de Elecciones y para las nuevas dirigencias de PAN y PRD, los principales partidos de la oposición. De tal forma que los partidos que competirán no se pueden dormir en sus laureles pensando que todavía falta mucho. Cada día que pierdan lo lamentarán mucho. Los cartógrafos políticos ya diseñan el nuevo mapa del país. Los partidos tienen que estar trabajando ya, hoy mismo. No pueden dejarlo para mañana. Cada uno tiene, lo hemos planteado aquí mismo, sus propios retos.
El Partido Revolucionario Institucional arranca en el carril central y tiene el viento a su favor por aciertos propios y sobre todo por errores de sus rivales. Lo que el PRI requiere en el 2014 para apuntalar sus posibilidades de triunfo es que la economía presente un crecimiento del Producto Interno Bruto por encima del 3 por ciento. Si el crecimiento es menor las ventajas con las que arranca la competencia se diluirán en los próximos meses. Claro que eso no le toca al PRI alcanzarlo, pero si demandarlo de manera sistemática a las autoridades emanadas de sus filas. Parece que son cosas diferentes, pero un retraso en el ejercicio del gasto público, como ocurrió en el 2013 de manera por demás extraña, afecta de manera directa las posibilidades de triunfo de los abanderados del tricolor en la contienda electoral. Lo primero entonces para el PRI es un entorno propicio con economía en crecimiento. Las reformas estructurales y las leyes secundarias cuando se aprueben aceptan, hay que reconocerlo, el calificativo de logros históricos, pero sus resultados concretos no se verán antes de las elecciones del 2015. El crecimiento no puede esperar. Se tiene que comenzar a registrar ya.
Enero fue un mes complejo, con una cuesta muy empinada y una inflación alta, que es una suerte de impuesto letal. Se necesitan entonces algunas buenas noticias en el área económica para que el partido en el gobierno, que no el partido del gobierno, monte su operativo electoral. El PRI tiene una enorme ventaja: nadie está cuestionando el liderazgo de César Camacho, que tuvo su noche triste con la derrota del PRI en Baja California, pero ha ido consolidándose y ya tiene las riendas del partido. Camacho, producto de la cultura del esfuerzo, criado en un rancho mexiquense, es hoy un político ilustrado que sabe que el PRI tiene fortalezas, pero también debilidades.
Por ejemplo hay zonas de penumbra muy densa para el PRI en el Distrito Federal y en Morelos, donde el tricolor nada más no levanta y la verdad no se ve para cuándo. En el caso de la capital del país el partido ya contrató refuerzos foráneos, esto es gente proveniente del Estado de México y de Hidalgo, operadores eficaces, que están explorando la ciudad para ver qué le pueden arrebatar a la maquinaria perredista que es apabullante. En Morelos ha comenzado la limpia, pero es muy importante que se apoye a liderazgos frescos, pues los anteriores ya están muy quemados. Otra zona de penumbra es la relación del PRI con los electores más jóvenes con quienes no se puede comunicar y que no se inquietan con los logros del PRI en el siglo XX. Ellos, los jóvenes, tienen una problemática del siglo XXI para la que el PRI debe construir una narrativa diferente, que no tiene. Con respecto a las mujeres sí hay canales de comunicación eficiente, pero el partido tendrá que presentar en su oferta 50 por ciento de candidaturas de mujeres, lo que es un desafío enorme pues tiene pocos meses para preparar cuadros. La cosecha de mujeres competitivas políticamente apenas arranca. Las mejores estarán muy codiciadas. El PRI ganará la elección del año que entra, queda por definir el margen de la victoria. Si hay buenas nuevas de carácter económico podría, si no comete errores, alzarse con una victoria holgada. Si la economía sigue en bajo impacto y los bolsillos de los mexicanos vacíos, se las verá negras.
@juan_asai