¿Los priistas viven en una realidad alterna?
A juzgar por lo ocurrido el sábado pasado en el Palacio de los Deportes diría que sí. Su reino no es de este mundo. En los dos últimos años el partido tricolor ha perdido millones de votos y cientos de posiciones de poder, incluso dejó ir gubernaturas importantes como las de Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas, en las que había sido partido dominante, casi único. De cara a las elecciones federales del año que entra, en los sondeos publicados hasta hoy, el PRI aparece en un lejano tercer lugar, a considerable distancia de los líderes. En la elección del Estado de México, a pesar de haber metido toda la carne en el asador, con buenas y malas artes, el PRI tuvo menos votos que Morena, el partido escriturado a favor de López Obrador. El nivel de aceptación del presidente Peña entre la población general está de capa caída.
A pesar de todo lo anterior, los priistas se congregaron en ese local para autocelebrarse. Actuaron como si la gente estuviera feliz con su desempeño, como si a los ciudadanos se les quemaran las habas porque abrieran las urnas para ir a votar por el PRI. Por si fuera poco, varios de los dirigentes del tricolor han dicho que el partido no tiene ninguna prisa para elegir a su candidato presidencial. La secretaria general dijo que en noviembre y el coordinador de los diputados señaló que podría ocurrir hasta el año que entra.
¿Qué lectura se le da a este comportamiento? Lo primero es reconocer que el ganador de la Asamblea fue el presidente Enrique Peña. El mexiquense salió del Palacio de los Deportes con la anuencia de sus correligionarios para elegir a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Es obvio que mientras más se retrase el lanzamiento del candidato, más tiempo mantiene Peña el poder sin competencia dentro del partido. Como ya se quitaron los candados, su abanico de posibilidades de enriqueció con un nombre más, el de José Antonio Meade, que se suma a los de Aurelio Nuño, Miguel Ángel Osorio Chong y el doctor José Narro.
Aunque las crónicas dicen que Luis Videgaray no fue a la Asamblea, el espíritu del canciller estuvo revoloteando. Los aspirantes más fotografiados, Meade y Nuño, son de su equipo. Además, el paso del tiempo le favorece. Si para principios del año que entra la renegociación del TLC está encarrilada con buenas perspectivas para México, que nadie se sorprenda si el canciller regresa a la pelea por la nominación. Creo que Meade y Nuño estarían de acuerdo en cargar el peso de los reflectores para dar tiempo de que Videgaray se cuelgue esa medalla.
¿Qué harán mientras tanto los otros dos aspirantes, esto es Osorio y el doctor Narro? La verdad es que la agenda en temas de seguridad y gobernabilidad le da poco margen de acción al hidalguense. Con respecto al secretario de Salud, a quien llaman el Bernie Sanders mexicano, creo que lo que puede mostrar es su potencial de crecimiento, que en mi opinión no tienen otros aspirantes. Para cualquiera de ellos ganar la elección presidencial del año que entra está más que complicado, sobre todo si, como se vio el sábado, la autocrítica ocupa un lugar secundario en las reflexiones de los priistas que se volcaron con todo a vitorear al presidente Peña, que por cierto ya ganó la elección que verdaderamente le interesaba ganar: la suya del 2012.
@soycamachojuan