Farol rojo.- El otro día Alejandro Rojas hizo una revelación asombrosa: la Secretaría de Turismo del DF recibe el presupuesto más bajo de todo el gobierno de la ciudad, a pesar de que es uno de los principales motores de la economía capitalina, pues recibe 13 millones de visitantes cada año. La situación se replica, con matices, en los estados y a nivel federal. De hecho, previo a la discusión del presupuesto para este año, Felipe Calderón lanzó la disparata propuesta de desaparecer la dependencia.
El turismo entrega buenas cuentas año con año en materia de empleos y divisas ( con la excepción del fatídico 2009) y también año con año ocupa uno de los últimos lugares en el tren presupuestal. Es injusto, pero más que eso es un error. Se puede achacar, en parte, a la falta de un trabajo de convencimiento de las autoridades del sector frente al Congreso, pero el rezago se debe a que a los diputados, legislatura tras legislatura, a nivel local y nacional, no les cae el veinte de que aumentar de manera significativa el prepuesto al sector es una operación de ganar-ganar. Nadie pierde.
Tenemos como país el enorme de desafío de la falta de empleo, sobre todo para los jóvenes. Si no se atiende con eficacia ese reto, nos esperan tiempos de inestabilidad e incluso de mayor violencia, de disolución social. El turismo es una actividad económica que requiere, para operar, de uso intensivo de trabajadores, de los formales, y de los que no están afiliados al IMSS pero que sí tienen una actividad remunerada. Conforma un circula virtuoso. Los recursos no se dilapidan, se invierten. Se pueden crear nuevos empleos de manera inmediata y otros a corto plazo, cuando maduren los proyectos en marcha, algunos de largo aliento, como CIPs de Fonatur en Sinaloa y Tamaulipas.
Lo que se requiere para sacar tajadas cada vez más grandes de las divisas internacionales, lo que se necesita para atraer más inversiones, lo que hace falta para convertirnos en una de las cinco potencias turísticas a nivel mundial es, para empezar, voluntad política. Que el presidente, pero también los gobernadores le den al turismo el lugar que merece. No me refiero a que hagan discursos bonitos halagando las bellezas nacionales o subrayando la hospital de la gente. Eso, los discursos floridos, son lo de menos. Lo de más es el presupuesto. Si de verdad se quiere colocar al turismo como una prioridad, pues hay que darle uno de los primeros lugares en el presupuesto, tanto del gobierno federal, como de los estados y del GDF. Halago que no se refleja en el presupuesto es demagogia.
Unidad.- La propuesta presidencial de desaparecer a la Sectur hecha hace poco más de un año, dinamitó la confianza de los secretarios de Turismo de los estados en Gobierno Federal y dejó al anterior titular del ramo, Rodolfo Elizondo, colgado de brocha, sin capacidad de interlocución, como un pato cojo. Por eso, una de las tareas más delicadas que tuve que emprender la nueva titular, Gloria Guevara, fue componer esa relación atrofiada. Al parecer ha logrado avances. La semana pasada se llevó a cabo en Mazatlán la Reunión Nacional de Funcionarios Estatales de Turismo, durante la cual se limaron asperezas. Guevara llamó a la unidad, a trabajar como un solo equipo para hacer del sector el motor del desarrollo, pues el turismo representa la mejor oportunidad de crecimiento a corto plazo.
Si trabajan unidos los secretarios de Turismo del país podrían, por ejemplo, aumentar su capacidad de gestión frente a los legisladores. El año que entra se llevarán a cabo en el país eventos que pueden detonar una nueva etapa en la promoción de nuestro país, como los Juegos Panamericanos y la Cumbre Mundial de Turismo de Aventura, que tendrán una cobertura mediática colosal y que representan una inmejorable oportunidad de promoción.
Transparencia.- A mayor presupuesto más responsabilidad. Eso es indiscutible. La Secretaría, el Consejo de Promoción Turística y la Oficina de la Presidencia deben actuar con total transparencia, sin hacer cosas buenas que parezcan malas. Nada de favoritismo ni de licitaciones amañadas. El dinero que manejarán no es suyo, sino de los ciudadanos que esperan recibir a cambio los beneficios.