La propuesta de López Obrador de que los partidos políticos reduzcan sus prerrogativas a la mitad es un plan con maña. Tal vez sí quiere ahorrar, pero su objetivo principal es terminar de fastidiar a lo que queda de la oposición. Es una jugarreta tan obvia que ni siquiera los dirigentes de la oposición van a pasar por alto.
La idea detrás de la cortina de humo de la autoridad es asfixiar a lo queda de la oposición para que su partido, Morena, sea el mandón, parta el queso, sea el mero mero del quehacer político de aquí a que Dios tenga a bien llamar a Andrés Manuel para que juegue beisbol en el diamante celestial, por decirlo con delicadeza.
Lo que no dice AMLO en sus arengas mañaneras es que los partidos políticos no reciben la misma cantidad de dinero, nada de eso, sus prerrogativas responden a una fórmula que tiene como elemento principal el número de votos recibidos en la elección más reciente. Como en la elección del 2018 Morena ganó por paliza y recibió más de 30 millones, sus prerrogativas para el año que entra son las más copiosas, digamos mil millones de pesos, y por eso el Presidente puede hacer el desplante de quedarse con la mitad de esa gran bolsa.
Pero a los partidos opositores, que recibieron muy pocos votos, perder la mitad de sus ingresos sería catastrófico. Se quedarían literalmente con una mano adelante y otra atrás y para hacer política se requiere dinero. Mucho. Si Morena piensa que tiene demasiado dinero, y eso afecta su buen corazón, pues que lo devuelva a la Tesorería y cambiamos de tema.
Lo que están haciendo Andrés Manuel y Yeidckol es arrinconar a los partidos opositores para que, además de todo, ahora queden frente a la ciudadanía como mezquinos que quieren vivir derrochando lana en una nación con la mitad de la población en la pobreza.
El año pasado, López Obrador dijo que daría la mitad de los ingresos de Morena para los damnificados de los sismos y hasta creó por ahí un fideicomiso, saltándose como siempre todas las trancas legales. Nadie sabe, nadie supo que pasó con ese dinero. Nadie conoce la lista de damnificados atendidos ni la cantidad total de dinero acumulado. Si antes nadie le pidió cuentas ahora que despacha y vive en Palacio Nacional, menos.
Esta vez , si quiere ahorrar, AMLO tendrá que decirle a Morena que ponga el ejemplo y que la reducción sea con documentos verificables y no como esa del fideicomiso para ayudar a los damnificados, que fue una tomadura de pelo.
Se dice poco, pero la cantidad que recibe cada partido obedece a una fórmula asentada en la Constitución, de manera que no puede cambiarse porque sí, de la noche a la mañana, sin incurrir en un despropósito constitucional tamaño caguama.
¿Van a quitarle dinero público a los partidos?, ¿para dedicarlo a qué específicamente? Porque una cosa es comprar medicinas y otra cosa es comprar chorizo. Claro está que conseguir que el dinero público que se da a los partidos tenga un mejor destino es una aspiración compartida. Hay que quitarlo o reducirlo al mínimo y cambiar la ley para que los partidos, como ocurre en otras latitudes, se financien con fondos privados y que sea la gente, los ciudadanos, los que digan qué partido es próspero y cuál es pobre, claro que eso generaría otros problemas, como que los muy ricos decidan el rumbo político del país.
¿Alguien se lo habrá hecho notar al Presidente?