La política crea extraños compañeros de viaje. Personas que a primera vista no tienen nada en común terminan siendo grandes aliados en la lucha por el poder y cuando lo consiguen se reparten el botín. Hablo, claro, del magnate Ricardo Salinas y del presidente López Obrador que constituyen una mezcla rara y explosiva.
Siguiendo la máxima de la mafia de que se vuelven amigos quienes tienen enemigos comunes, Salinas y AMLO tuvieron por años a Televisa como su bestia negra y acaso por eso se voltearon a ver y comenzaron a caminar juntos al grado de que se volvieron camaradas y uno de los empleados de Salinas, Javier Alatorre, es amigo personal de Andrés Manuel y Beatriz, se llevan, literal, de piquete de ombligo. Qué raro.
Una vez que llegó a Palacio Nacional AMLO cedió al grupo Salinas plazas de primera importancia, como la SEP, más seguramente muchas de otro nivel. En esas andaban, presumiendo sin rubor su romance bizarro, cuando estalló la emergencia sanitaria del coronavirus y comenzaron a ocurrir cosas que los enfrentaron. El diferendo llegó al grado del rompimiento cuando la semana pasada el locutor Alatorre dijo en su programa que el subsecretario López-Gatell miente y que lo mejor era no hacerle caso. Todavía cuesta trabajo creerlo, sobre todo porque hay, sin exagerar, muchas vidas en juego.
Desde entonces los opinadores están tratando de desentrañar las causas de este golpe. Una explicación relativamente sensata es que al gobierno le urge dinero y quiere obtenerlo de los grandes deudores del SAT y, según esta versión, entre los deudores estarían las empresas de Salinas que asumió como traición que su compinche le quiera cobrar impuestos. Sólo que sea por eso.
Lo indiscutible es que impera el desconcierto en las filas de la 4T pues ya no saben cómo tratar a TV Azteca, como aliado o como integrante de la mafia del poder. El presidente hizo un entripado y tuvo que filmar una cápsula para decir que su amigo Javier se equivocó, pero sigue siendo una buena persona. Al presidente se le olvidó mencionar a Ricardo Salinas dueño de la empresa, jefe de Alatorre. Igual y cómo anda preocupado se le fue el santo al cielo, pero lo cierto es que su mensaje del fin de semana es de pena ajena.
La verdad es que estamos en el umbral de una crisis mayúscula y a nadie le importa si Javier y Andrés Manuel son cuates, si lo son, allá ellos, ni meternos, pero si la maquinaria gubernamental está moviéndose en una dirección no es posible que los amigos del presidente traten de descarrilarla. Es un tema de seguridad y de lo que se trata es de salvar vidas. ¿Lo tendrá en mente el presidente?
Lo que siguió fue que la Segob mandó una nota de apercibimiento, o sea como ponerle mala conducta en el expediente de la televisora. ¿Estará asustado el señor Salinas con el regaño de la doña Olga? Ellos pueden argumentar que ejercen su libertad de expresión, pero también es verdad que las recomendaciones de López-Gatell son las del Consejo de Salubridad General con jerarquía constitucional y sus indicaciones son de rigurosa observación. TV Azteca está pisando tierras movedizas, se puede meter en lío grande. Acaso confía demasiado en la cercanía con el presidente y su familia, pero los políticos son más amigos de sus carreras y del poder que de cualquier amigo.
Twitter: @soycamachojuan