Con la novedad de que la voz del gobierno, hablo de López-Gatell, nos anunció, con tono por demás grave, que genera escalofríos, que en realidad la cuarentena buena, la que supone nuestra última oportunidad para no entregar el país al coronavirus, será la del mes de abril.
“Quédate en casa, quédate en casa, quédate en casa”, repitió como mantra para alejar el peligro mortal que acecha al país. Lo mejor es hacerle caso, claro está, pero la contundencia del mensaje del subsecretario se diluye cuando la siguiente nota del noticiero es la crónica de un paseo del presidente por varios estados del norte del país, con una escala en La Rumorosa para echarle pleito a los molinos de viento que seguro son conservadores.
Gatell asustado y AMLO socarrón y cínico conforman una pésima combinación para la credibilidad. Ninguno de los actos de la agenda del presidente en su gira por el norte justificaba el desplazamiento. Se le vio en un mercado, en una escuela, en la carretera, perdiendo un tiempo precioso. Tiene varias semanas cometiendo un error tras otro. Si de verdad fuera pelotero profesional el manager lo habría sentado en la banca, pues ni macanea ni fildea, hace maromas, eso sí, pero la verdad el desempeño del presidente ante la crisis sanitaria —que le costará al país miles de muertos y la crisis económica carroñera, como de hiena, que espera para darse un festín— ha sido lastimoso y muy peligroso.
Tendría que estar en su despacho, con su equipo verificando el estado del sistema de salud, asegurándose de que los trabajadores tengan insumos y medicinas, que haya camas, ventiladores mecánicos; diseñando opciones para cuando se requiera habilitar hoteles o salones de usos múltiples como hospitales. Tendría que estar revisando las opciones de líneas de crédito, o sea muchas otras cosas antes de mandar mensaje desde La Rumorosa contra lo que él llama “ventiladores”.
Ya he dicho que López-Gatell es un activo de la 4T, pero la gente votó por AMLO. 30 millones de compatriotas pensaron que sería un buen presidente y en la emergencia ha estado distraído, preocupado por él mismo, por su lugar en el calendario cívico, deseando que la epidemia sea una farsa que vino a interrumpir la venta de cachitos de la rifa del avión presidencial en la que no se rifará ningún avión. Ése es el tema que lo apasiona: vender cachitos de la rifa, lo de poner a salvo a los mexicanos lo fastidia.
AMLO se tiene que cuidar. No podemos añadir al menú de problemones que enfrentamos tener un presidente incapacitado, con fiebre, o conectado a un ventilador. No podemos. No digo que se quede en su recámara, pero estar en aeropuertos, carreteras, en contacto con reporteros, con seguidores, posar para los curiosos conlleva en estos momentos riesgos innecesarios. Lo digo en serio. Claro que le preocupa no salir un día o dos en los periódicos, pero Palacio Nacional puede ser el centro de la difusión de información.
Claro que sus adversarios, los de siempre y los nuevos, quieren que tropiece, pero lo importante en estos momentos no es su carrera, sino que consiga transmitir un mensaje de certidumbre, de que hay gente en el puente de mando capaz. Necesitamos alguien que ponga el ejemplo, pero no necesitamos que ese alguien sea el latoso de la clase que no se puede estar quieto en su pupitre. Necesitamos un presidente, no un activista.
Twitter: @soycamachojuan