¿Piensa usted participar en la marcha del 2 de Octubre?
Lo pregunto porque además de lanzar consignas contra los gobiernos represores del antiguo régimen, esta vez la 4T le dio a los marchistas una nueva responsabilidad: cazar a los reventadores que se cuelan en las marchas usando el nombre de anarquistas. Suelen ir con el rostro cubierto.
Si los ciudadanos van a hacer la chamba de las autoridades, entonces que esta quincena no cobren o regresen el dinero para obras pías. Ayer supimos que esta mañana las oficinas gubernamentales están vacías porque los burócratas tienen que ir en la tarde a formar un cinturón de paz en la ruta de la marcha. Dicen que será voluntario. Suena a un disparate mayúsculo. Lo es.
El manejo de multitudes es una actividad compleja, es verdad, pero no imposible. Se hace con éxito a cada rato en muchas capitales del mundo, sobre todo en las que tienen democracias maduras que no le tienen miedo al uso legítimo de la fuerza cuando alguien está cometiendo un delito en flagrancia. Entre nosotros, las autoridades confunden la gimnasia con la magnesia. Suponen que sus adversarios, incluso dentro de sus propias filas partidistas, les están tendiendo una trampa para hacerlos aparecer como represores. Entonces su opción es desparecer del escenario y dejar que los anarquistas se den vuelo y destrocen hasta que se queden sin piedras.
Lo curioso es que no conformes con ser omisos, lo que puede ser un delito, ahora dan un paso más hacia el barranco y piden a los ciudadanos y a los burócratas que hagan su chamba y sean ellos, la gente sin uniforme, los que neutralicen a los infiltrados y violentos, porque violentos son. ¿Qué pasará si los encapuchados agreden a la gente que los quiere expulsar de la marcha o los trabajadores que están haciendo horas extras?
La política es, por definición, conflicto. Gobernar no es dar entrevistas de prensa y discursos lucidores, al menos no sólo es eso, también es evitar el pillaje y eso a veces incluye el uso de la fuerza. Una fuerza legítima obtenida cuando ganaron las elecciones. Así es esto. Yo creo que en el Palacio del Ayuntamiento están viendo moros con tranchete. El gobierno de la señora Sheinbaum, de avanzada y progresista, no se manchará si aplica a la ley a los delincuentes. Al contrario, la gente le agradecerá el principio de orden.
No está prohibiendo la marcha ni obstaculizando la libertad de expresión; está evitando delitos que para eso están ella y todos los demás agentes del Estado. El fundamento del contrato social es simple: obediencia a cambio de protección. El ciudadano acepta obedecer siempre y cuando el Estado lo proteja a él, a su familia y a sus bienes. Si no se siente protegido, el ciudadano no tiene porqué obedecer y entonces sobreviene la ley de la jungla que supone un Estado fallido.
La más beneficiada con el fin de los encapuchados será la Jefa de Gobierno, que podrá exponer ante la sociedad quiénes son los verdaderos enemigos de la democracia. Ellos son sus verdaderos adversarios. Hay que conocer sus perfiles, sus patrocinios, sus filiaciones, sus guaridas, para que la Ciudad de México siga siendo una metrópoli de libertades. El Gobierno no puede ser omiso ni mandar el mensaje de que los ciudadanos se cuiden solos. Hay un dato que todos estamos olvidando: en la ciudad hay más de 80 mil policías. Es la entidad del país con más policías. Que desquiten su sueldo.
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