La voluntad política es el motor que mueve la actividad turística en una localidad o en un país. La comunidad empresarial turística, los prestadores de servicios, los habitantes tienen un papel relevante. Son los que operan la industria en el día a día, quienes la hacen posible. Pero el motor de encendido es la voluntad política que permite que el andamiaje de la administración pública sea plataforma, y no obstáculo, para la industria de viajes. Una cosa es decir frases amables frente a integrantes de la comunidad turística y otra cosa, muy diferente, dirigir el movimiento de un gobierno, de las distintas dependencias que lo integran, para potenciar la actividad.
Por eso era importante para los capitalinos escuchar un compromiso explícito de Claudia Sheinbaum en apoyo del turismo en la Ciudad de México. Ocurrió ayer durante la celebración de un Foro en el que la candidata de Morena a la Jefatura de Gobierno, y líder de los sondeos de preferencias electorales con una ventaja amplia, hizo un compromiso público para consolidar a la metrópoli como la ciudad cultural de América, impulsada por una política innovadora en todos los segmentos turísticos.
La doctora Sheinbaum dijo que durante su gestión —siempre y cuando los ciudadanos ratifiquen su ventaja a la hora de la verdad— tiene el propósito de crear 200 mil nuevos empleos vinculados al turismo en la ciudad y que emprenderá, desde el primer día de su gestión, un agresivo programa de desregulación para facilitar inversiones y combatir la corrupción.
También se comprometió a mejorar la movilidad en la ciudad, que en la actualidad es una pesadilla inenarrable y planteó la posibilidad de organizar en ésta doce grandes festivales, doce al año, como eventos para atraer turistas. Ya sean festivales de letras, de danza, de artes visuales, de gastronomía. La reserva cultural del país, en particular de la CDMX es inagotable, sólo tenemos que sacar lo que tenemos dentro y exponerlo al mundo.
Se entiende que fue un acto de campaña, por ahí andaban personas como Paco Ignacio Taibo II o Alejandro Encinas, pero es justamente en este tipo de eventos en los que se hacen compromisos públicos y después es factible exigir su cumplimiento, una vez que la ciudadanía puso, con sus votos, a cada quien en su lugar. En el sexenio que está por terminar, el turismo en la Ciudad de México tuvo luces y sombras. Arrancó dubitativo, creció rápido, obtuvo logros trascendentes y termina mal, incluso bajo sospecha, por el opaco manejo del presupuesto.
En su intervención, Miguel Torruco, que se encargó del turismo en la primera parte del gobierno de Mancera, y que consiguió que se expidiera el decreto que ubicó al turismo como política pública prioritaria, dijo que si bien es cierto que se han logrado importantes avances en materia turística, principalmente en lo que se refiere a infraestructura, inversión, captación de divisas, generación de empleos y reposicionamiento en la escala mundial, todavía hay un largo camino por recorrer para que el turismo sea aprovechado a su máxima capacidad y se convierta en un real detonador económico y una herramienta de reconciliación social.
Carlos McKinley tiene a su cargo el programa de turismo de la campaña de Sheinbaum. Durante el evento de ayer se presentó como luchador rudo, papel que rara vez hace. Le tiró duro y a la cabeza al gobierno actual de la Ciudad de México que desde que Torruco dejó la Secretaría de Turismo, hace dos años, abandonó la actividad y la dejó al garete.
@soycamachojuan