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CNTE. Desempleados furiosos



Viene algo similar a lo que se desata cuando un jefe del crimen organizado es abatido o detenido. Carreteras obstruidas, vehículos incendiados, comercios vandalizados. Furia. En eso y en otras actitudes la CNTE y la mafia son como dos gotas de agua. Darán coletazos. Ya veremos si logran intimidar o no al gobierno federal. Lo importante es que las autoridades se apeguen de manera rigurosa al debido proceso, que no haya rendijas para la impunidad, que no dejen ningún cabo suelto. López Obrador anunció su intención de ponerse a la cabeza de las protestas. Desde hace rato quiere apoderarse del movimiento del magisterio disidente. Supone que ahora sí podrá conseguirlo. Es como el gañán que abusa de una chica vulnerable. Quiere ser ungido como el nuevo capo, ni más ni menos.
Presunción de inocencia.- A Yunes le urge llegar al gobierno para meter a la cárcel a Duarte. Lo dice ante cualquier micrófono abierto. Olvida que para todo hay un procedimiento, una investigación, una orden de aprehensión obsequiada por un juez. No digo que el actual gobernador de Veracruz sea una blanca paloma, digo que llegar al poder para emprender revanchas personales es una desgracia. Duarte tampoco puede acusar a Yunes de delitos de alto impacto sin actuar en consecuencia. Está en el poder, su deber es emprender una acción legal; si no lo hace puede incurrir en una falta grave.
La gente en Veracruz hace bromas macabras al respeto. Se pregunta cuál de los dos tiene más méritos para pasar una larga temporada a la sombra. A decir de las encuestas hay un empate. De modo que deberían encerrarlos juntos. Lo mismo aplica para candidatos ganadores de otros estados que amagan con encarcelar al gobernador en funciones. Primero que lleguen, que investiguen y del resultado de la investigación ya verán qué hacen. La ley señala que se deber partir de la presunción de inocencia, no de la certeza de la culpabilidad. Si no lo saben políticos con varias décadas en el oficio, estamos fritos.
Lengua mordida.- La jerarquía católica mexicana, que alcanzó una negra fama mundial por brindar protección institucional a curas pederastas, está feliz por la derrota del PRI en las pasadas elecciones. La achaca a la iniciativa presidencial sobre el matrimonio igualitario. Lo que quieren es asustar a los partidos para que no le entren al asunto bajo la amenaza de que perderán en las urnas. Los obispos le dan al PRI una coartada inmejorable: si dan marcha atrás en la iniciativa pueden volver a ganar. La gente no está enojada por la pobreza, el desempleo o la voracidad, eso lo perdonan, lo que es inadmisible son los matrimonios gay. La intolerancia es un gesto muy peligroso, puede, lo acabamos de ver, dar lugar a tragedias.
Las fuerzas progresistas tienen que parar en seco la ofensiva de la Arquidiócesis. Los primeros obligados son los partidos de izquierda. Basave, Mancera, Los Chuchos y los demás mandos del PRD tienen que salir a los medios y mostrar su respaldo total a la iniciativa. Ahora es cuando tienen que asumir una definición ideológica. No hay elecciones en el corto plazo, no tienen pretexto para agacharse. De López Obrador mejor ni hablamos. Se trata de un ayatola del trópico que está mucho más a la derecha que el cardenal Rivera. Si la iniciativa de Peña se cae por la presión de la jerarquía, pueden pasar décadas para que alguien se atreva a proponerla, lo que sería un fracaso colectivo.

 

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