La lealtad de los turistas nacionales a Acapulco es, literalmente, a prueba de balas. Son contados los turistas internacionales, incluso del bando rudo de los springbreakers, que se aventuran a pasar sus vacaciones en la que todavía es la bahía más bella del mundo. Pero con relación a los turistas nacionales, en especial del Altiplano, la historia es muy diferente.
En la más reciente temporada vacacional, la del invierno 2018 que acaba de terminar hace unos días, llegaron a los diferentes destinos de Guerrero casi 1.4 millones de visitantes que dejaron una derrama de 4 mil millones de pesos. Cifras extraordinarias y de alguna manera desconcertantes si se toma en cuenta que Acapulco y Guerrero son clientes frecuentes de las páginas policiacas de los diarios. A pesar de los esfuerzos y de programas extraordinarios de seguridad, la violencia no da cuartel.
Es un sitio peligroso. Hay demasiado gente armada. No hace mucho se contabilizaron 20 grupos de autodefensa y otras tantas bandas criminales, entre ellas algunas conocidas desde hace años como los Beltrán Leyva, Los Rojos, Los Ardillos, Los Tequileros, Los Caballeros Templarios y varias que responden al apellido de sus jefes y otras de nombres estrafalarios como Comando Suicida. Unas bandas crecen, otras desaparecen, pero la violencia permanece. La razón de esta terquedad es que la causa de fondo, la batalla por la producción, trasiego y venta de droga ahí sigue, sobre todo amapola y mariguana y crystal. En Acapulco, células viejas del cártel de los Beltrán Leyva, algunos compañeros de La Barbie, compiten con un nuevo grupo denominado Cártel Independiente de Acapulco, CIDA, que impone condiciones en el puerto.
Las autoridades locales, sean del partido que sean, siempre están bajo sospecha y rebasadas. En fin, los nombres van y vienen, pero la constante es la violencia. A pesar de todo, los visitantes siguen llegando por cientos de miles sobre todo en Semana Santa y Navidad cuando el puerto es un hervidero. Para nadie es un secreto que la única actividad económica legal de la entidad, y que mantiene a flote a las familias guerrerenses, es el turismo. Es por eso por lo que el gobierno federal ha dado un apoyo permanente al puerto e incluso, desde el inicio de la administración Peña, se resolvió que el Tianguis Turístico regresaría al puerto que lo vio nacer hace más de 40 años.
Es significativo que la nueva administración haya resuelto dar su respaldo a que Acapulco sea sede del primer Tianguis de la administración López Obrador. Supone un aliento para que el turismo rescate a la población de las garras de la violencia. El secretario de Turismo, Miguel Torruco, hizo ya la presentación del evento, que se realizará en un entorno diferente, pues el gobierno federal dejará de financiarlo y el dinero saldrá del propio estado y de copatrocinios privados. Será el tianguis de la austeridad que plantea la llamada Cuarta Transformación. Sin duda, un reto para la imaginación de Torruco y su equipo de colaboradores.
Como su nombre lo indica, el Tianguis es un evento para comprar y vender, pero como las nuevas tecnologías ya permiten hacer estas operaciones a distancia, en realidad el evento recuperó mucho de su sentido original, esto es de reunión bajo un mismo techo, una vez al año, de la comunidad turística nacional, entre ellos funcionarios federales, estatales, municipales, grandes empresarios y prestadores de servicios y prensa especializada nacional y extranjera. Es probable, aunque no seguro, que asista el presidente López Obrador. El Tianguis de Acapulco es una prueba. Hay que seguirle la pista.
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