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Premio Crónica. Valores que unen



¿Hay algo que pueda unir a los mexicanos en estos tiempos de violencia y desencuentros?   


Contra lo que muchos puedan pensar, los mexicanos de excepción no son únicamente los que tienen una cripta enorme en el panteón cívico. No están solo en los bronces como jinetes montando caballos petrificados que acometen enemigos invisibles. No están en las estampitas que venden en la papelería de la esquina para hacer trabajos escolares. No son los que se tiran, como cuenta la leyenda, envueltos en el lábaro patrio desde el Alcázar del Castillo. Por supuesto no están solo en los discursos de jilgueros partidistas que cumplen con la tarea de celebrar aquellos cuya vida, y sobre todo muerte, nos permite tener puentes vacacionales.


Los mexicanos de excepción están aquí, entre nosotros, para nuestra fortuna vivos y trabajando todos los días en los laboratorios, en la academia. Están aquí conduciendo grandes empresas, escribiendo una obra que incita a las nuevas generaciones a aficionarse a la lectura. No hay que ir a los libros de historia para encontrarlos, hay que prender la radio, revisar los periódicos, leer las revistas científicas para dar con ellos. Nuestra casa editorial ideó un método para poner un reflector sobre esos mexicanos de excepción: entregarles un premio que hiciera visible para el gran público méritos que sólo conocen sus colegas de academia o claustro. Es una buena idea, a la vez noble y efectiva. Premios reales para gente real, de carne y hueso, de cerebro, corazón y agallas.


El pasado miércoles 14 se realizó con éxito la sexta entrega de los Premios. La ceremonia se llevó a cabo en un escenario inmejorable: el Museo Nacional de Antropología. Lo recibieron otros cuatro mexicanos de excepción, como el físico, investigador y catedrático Octavio Obregón, en el rubro e Ciencia y Tecnología. El premio se lo entregó Enrique Fernández, director general del IPN. Se trata de una estrella de la galaxia del conocimiento que ha trabajado con celebridades de la talla de Stephen Hawking, ambos expertos en la cosmología cuántica. También fue premiado Ruy Pérez Tamayo, un sabio que ha llegado a los noventa años dando ejemplo de perseverancia, lucidez y solidaridad. Pérez Tamayo fue premiado en la categoría de Academia. Es el decano de El Colegio Nacional, que no es poco decir. Su discurso fue particularmente emotivo, al grado de que se quedó, literalmente, sin palabras. El premio se lo entregó un viejo conocido de casa, el rector de la UNAM, José Narro, quien acudió por última vez, al menos en calidad de rector, a la entrega de premios de la que ya es un protagonista activo. Ruy Pérez Tamayo habló de su esposa, quien, dijo, llenó mi vida por completo.


Mención especial merece la entrega del premio, en la categoría de Cultura, para el narrador y dramaturgo Juan Villoro, que es al mismo tiempo un escritor respetado, nuevo integrante de El Colegio Nacional, y también una suerte de rock star que tiene, merecidamente, toneladas de fans que le piden autógrafos y fotos. Juan leyó un texto preparado de manera especial para la ocasión que debe leerse completo y que aparece, para todo el lo que quiera leer, en la edición de este viernes. No se lo pierda. El último premio fue para el exitoso comunicador Javier Pérez de Anda, presidente del consejo de Radiorama, la cadena de une a México, quien exigió que la libertad de expresión sea ejercida con responsabilidad. Ahí están para quien lo dude: mexicanos de excepción cuya obra magnífica nos permite augurar que vendrán tiempos mejores.

 

@juan_asai

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