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4T. Vino nuevo, botellas viejas



El gobierno de López Obrador  tuvo un logro importante: poner en marcha una política  macroeconómica seria, casi ortodoxa, en medio de un gobierno cuya única definición  a la mano es la de ser populista, conservador, disparatado. El gustó duró poco.

Parte importante del mérito fue que  Carlos Urzúa, un economista sólido, respetado, enviaba al mundo financiero el mensaje de que las locuras del Presidente no tocaban la médula de la Secretaría de  Hacienda, ni la autonomía del Banco de  México, ni la meta de alcanzar este año metas  macroeconómicas sensatas. Ahora sabemos que Urzúa era un cara pálida rodeado de apaches que ansiaban arrancarle el cuero cabelludo y hacer un desastre la hacienda nacional, con tal de cumplir los  caprichos del jefe de crear nuevas clientelas electorales a costa del presupuesto.

Urzúa nunca le agarró el modo al Presidente ni a sus enviados. La carta de renuncia que esta mañana reproducen todos los  diarios es francamente un macanazo al tórax de la 4T y muestra que tras bambalinas hay un lucha libre de todos contra todos  sin respetar límites y atribuciones, por la sencilla razón de que el propio Presidente no los respeta. Suelta encargados y da instrucciones sin preocuparse mucho de  si está hablando con el funcionario responsable o no.

Lo verdaderamente preocupante fue el  tiempo que pasó entre que se conoció la renuncia de Urzúa y se formalizó el nombramiento de Arturo Herrera. Habrá sido una  hora, tal vez menos, suficiente para que los  mercados reaccionaran con pánico, lo que impactó a indicadores como la cotización  del dólar o el índice de la Bolsa de Valores, se fueron a caída libre. Los mercados tienen ganas de castigar a México. Ésa fue la  razón por la que el Presidente no perdió ni  un momento, buscó al relevo, grabó un mensaje y puso cara de que la renuncia  de su Secretario de Hacienda lo tenía sin cuidado. Herrera en cambio llegó al despacho presidencial con cara de “trágame tierra”, sabiendo que se había conseguido una de las chambas más difíciles del país. Los Memes no se hicieron esperar y ahí quedan  para documentar nuestra preocupación.

Hay que decir que Herrera es un economista respetado por los organismos empresariales. Su nombramiento fue, durante el  pandemónium de ayer, un respiro de que tal vez no todo está perdido y de que tenemos una oportunidad real de llegar a cargar los peregrinos. Herrera es doctor  en Economía por la Universidad de Nueva York y conoce a López Obrador desde hace años, de manera que ya sabe lo que le  espera. Aceptó el cargo con conocimiento de causa. Estuvo al tanto de las presiones que recibió Urzúa y que le tocarán a él  también. Su principal problema se llama  López Obrador, aunque Alfonso Romo y Rocío Nahle no cantan mal las rancheras  en eso de querer imponer su santa voluntad porque suponen que ellos sí saben interpretar a su jefe.

El lance debe preocuparnos a todos,  porque hay áreas de la administración  pública donde hay que caminar con pies  de plomo. La hora que transcurrió entre  que se conoció la renuncia de Urzúa y se  formalizó el nombramiento de Herrera,   ¿quién gana y quién pierde? De entrada  gana Romo, que tenía un pleito añejo con el exsecretario? Pero en realidad el verdadero ganador puede ser Urzúa, que podrá  conseguirse, ahora sí, un trabajo normal y bien pagado.

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Twitter: @soycamachojuan

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