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Millennials, astronautas y porros



El gobierno pierde la batalla de la percepción. Hay un sector de la población, los llamados millennials, que representan millones de votos, que no le cree nada. Por el momento el equipo de gobierno está en la lona. Una vez que los integrantes del gabinete presidencial se levanten si quieren seguir en la pelea, deberían tratar de responder la siguiente pregunta: ¿cómo se construye la opinión pública en ese sector de la población? ¿De dónde sacan sus ideas políticas? Puedo adelantar una parte de la respuesta. Los periódicos tradicionales y los noticiarios de las grandes cadenas de radio y televisión han perdido su capacidad de influir entre ese sector. El juego se desarrolla en otra cancha, la de las redes sociales. Cancha que el gobierno desconoce y menosprecia. Hasta hoy no ha sabido utilizarlas. Si no aprende rápido, tomará clases desde la oposición.

El astronauta Ricardo Anaya

En el búnker panista de la colonia Del Valle circula la versión de que Ricardo Anaya anda desde hace un rato en la estratósfera, a miles de metros de altura, conviviendo con astronautas rusos. Tierra llamando a Ricardo. Desde que el PAN ganó varias gubernaturas en las elecciones de junio, Anaya ya se vio en Los Pinos cruzándose la banda presidencial. Casi pide que lo llamen Su Alteza. Olvidó su cuna política por demás humilde. Olvidó los años en los que le cargaba el portafolios a Gustavo Madero, a quien veía como su mentor, su guía y hoy ni siquiera le contesta el teléfono. La soberbia es un pecado grave. Que alguien le diga que en democracia no hay derrotas permanentes y que las victorias suelen ser pasajeras.

Los porros del Vaticano

La comunidad LGBT la tenía, era suya y la dejó ir. En un movimiento por demás sorpresivo, que generó muchos ceños fruncidos en el interior de su propio partido, el PRI, el presidente Enrique Peña envió al Congreso la iniciativa para regularizar los matrimonios igualitarios en todo el país. Una demanda añeja de la comunidad gay y de los grupos progresistas del país se materializaba.

Contra toda lógica, excepto la lógica política que es absurda en extremo, los grupos beneficiarios dejaron pasar la iniciativa sin ni siquiera echarle un lazo. No la hicieron suya, la abandonaron. El pecado de la iniciativa fue que la presentó Peña y por eso la rechazaron como si la hubiera besado el diablo. Los que sí reaccionaron con rudeza innecesaria, con gestos perversos, con argumentos nauseabundos, fueron los integrantes de la jerarquía católica mexicana.

Los obispos se le fueron a la yugular al presidente. Lo insultaron. No repararon en nada. Se saltaron todas las trancas. Parecían demonios sueltos en su cruzada contra los homosexuales, cuando es el dominio público que en todos los niveles jerárquicos de la Iglesia hay homosexuales, incluso hay un lobby muy poderoso en Roma. Lo dijo el papa Francisco, no lo invento. Todo parece indicar que los porros del Vaticano se salieron con la suya. Casi todos los jefes priistas, sobre todo los conectados con el Congreso, le han sugerido al presidente que congele la iniciativa. No les da ningún beneficio político y sí pone en contra a la jerarquía católica de cara a las elecciones del 17 y sobre todo la grande del 18. La iniciativa de matrimonios igualitarios le ocasiona el gobierno muchos daños y ningún beneficio político. La comunidad LGBT la tenía, la dejó ir y quién sabe cuándo regrese.

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@soycamachojuan

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