La relación entre Andrés Manuel y Donald está llegando a extremos enfermizos. El gringo abofetea y el tabasqueño pone la otra mejilla. El gringo abofetea de nuevo y el tabasqueño le recuerda la bonita relación que tienen. El intercambio de mensajes de ayer en la tarde está para el diván. A esos dos les urge ayuda profesional.
Desde la comunidad de Paraíso, en Tabasco, el presidente de México dijo algo que nadie sabía: los mexicanos no dejaremos que nada afecte nuestra bonita y sagrada amistad con el pueblo de EU. De manera que tenemos una “bonita y sagrada” amistad con nuestros vecinos del norte, y nosotros acá pensando que existimos como nación independiente a pesar de los norteamericanos.
López Obrador pudo haber descrito la relación bilateral de múltiples maneras, pero eligió un forma zalamera, cursi, que nadie cree por la sencilla razón de que es falsa. Además, no había ninguna necesidad de hacerlo porque no se está dirimiendo la relación entre los pueblos, sino entre dos gobiernos, uno que agarró de puerquito al otro. Donald lo hace porque eso, bulear a México, le da votos, lo demás le tiene sin cuidado, y como apenas está en la etapa inicial de su campaña para reelegirse pues nos va a zarandear un día sí y otro también, sin perder el tiempo en leer las bucólicas reflexiones del tabasqueño.
O nadie asesora al presidente o el presidente no escucha a sus asesores. Lo que procede es ser serios, recurrir al librito diplomático y decir: no estamos de acuerdo con la visión del gobierno de EU. Si aplica un impuesto a todos los productos mexicanos, México aplicará un impuesto a todos los productos norteamericanos. Medida espejo, que le llaman, y agregar que se recurrirá a las instancias internacionales para defender nuestros derechos comerciales.
También puede decir que se cancelarán todos los acuerdos vigentes en materia de seguridad y que se pedirá los agentes norteamericanos que trabajan encubiertos en territorio nacional que abandonen el país. No lo tiene que decir en tono grosero ni envuelto en la bandera, sólo establecer que a toda acción corresponde una reacción de igual intensidad pero de sentido contrario. La solución vendrá sola porque el establishment gringo sabe que nuestras economías están tan entrelazadas que la idea del impuesto les pegará a ellos tanto como a nosotros, es una soberana estupidez. Prácticamente todos los autos que circulan allá tienen partes hechas acá, por poner un ejemplo.
En fin, mientras AMLO se ponía meloso, porque tiene su lado cursi, Trump hacía otra de las suyas. El magnate no piensa ni de lejos que tenemos una relación sagrada. Leo su reacción en una nota periodística: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió hoy de nuevo contra México a través de una serie de mensajes en su cuenta de Twitter, donde le exige una vez más “detener la invasión” protagonizada por los inmigrantes o las empresas estadunidenses dejarán de operar en el país. “La gente lleva años diciendo que tenemos que hablar con México. El problema es que México es un ‘abusador’ de Estados Unidos, que toma, pero nunca da. Ha sido así durante décadas”. “O detienen la invasión de nuestro país por narcotraficantes, cárteles, traficantes de personas, coyotes e inmigrantes ilegales, algo que pueden hacer muy fácilmente, o nuestras muchas compañías que han sido engañadas para instalarse al sur de la frontera regresarán a Estados Unidos gracias a estos aranceles”. De la bonita y sagrada relación, ni sus luces.
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@soycamachojuan