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AMLO va por todas las canicas



López Obrador tiene un apetito insaciable de poder. Es un rasgo que comparte con muchos otros políticos, pues es parte de su información genética, pero en él, en el tabasqueño, se nota más porque actúa con un descaro total.
No solo es político más votado de México, gobierna sin asomo de oposición, controla ambas cámaras, domina a placer la agenda nacional, pero quiere más. No se conforma con una conferencia de prensa diaria en la que habla de todo lo que se le ocurre durante dos horas, sino que además graba mensajes especiales que difunde por las benditas redes sembrando árboles, comiendo garnachas, felicitando a los niños. Quiere todos los reflectores, todo el tiempo. No deja nada para nadie. Si alguien se atraviesa en su camino es un conservador avieso que merece ser humillado en público.
 
Hemos visto en últimos días que quiere además ser el director editorial de todos los periódicos y revistas del país, decirles qué publicar en primera plana y que no, además de regañar a los columnistas que difieren de su opinión.  La cereza del pastel es que pretende eliminar en los hechos a la Cámara de Diputados y ser él quien decida qué hacer con cada peso del presupuesto.  No tiene llenadera. Su objetivo es no dejar ningún espacio para una voz discordante, quiere un coro nacional que nunca desafine.
 
Nada me cuesta reconocer que es un hombre trabajador y acaso honesto y patriota. No lo dudo. No haré una lista de sus insuficiencias, entre ellas una mala educación superior que le impide comprender problemas complejos, porque creo que el problema real, el que nos ha metido en líos, incluyo aquí la tardía reacción de su gobierno al coronavirus, es que AMLO no quiere ser un presidente, aspira a ser un héroe.
 
Andrés Manuel sueña con tener una estatua ecuestre en alguna glorieta de Reforma, que avenidas, escuelas y estadios de béisbol lleven su nombre, que la gente visite la recámara que comparte con Beatriz en Palacio Nacional como lo hace ahora con la recámara de Benito y Margarita, quiere que su casa de Macuspana sea museo nacional, quiere ser una estrella del panteón cívico, y con la vista puesta en eso comete todo tipo de tropelías.
 
Sus cálculos no son qué le beneficiaría más a la nación, sino qué me acerca más al olimpo mexicano y claro toma decisiones que escapan a toda lógica, porque un héroe no puede equivocarse ya sea construyendo un aeropuerto, una refinería o un tren, o bajando el sueldo y dejando sin aguinaldo a los burócratas o burlándose de las recomendaciones para evitar contagios en la pandemia o haciendo de su gabinete un verdadero caos.
 
Su intentona de manejar a su antojo el presupuesto le da cuerpo a su frase aquella de que la pandemia le había “caído como anillo al dedo”. Si nos cuesta 10 mil muertos o más pues qué importa, pues lo importante es que la 4T tome vuelo y que nada la pare, pues con la disponibilidad de dinero podrá comparar todas las lealtades políticas que necesite para permanecer en Palacio Nacional los años suficientes para amarrar su hamaca a la ceiba y otros árboles tropicales que acaba sembrar en el llamado Jardín de la Emperatriz..
 
 
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Twitter: @soycamachojuan

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