La política ya se metió a la Navidad. No ha dejado a lo largo del año ningún espacio vacío. La nota que hace la diferencia es que no será, como antaño, una Blanca Navidad, sino una Morena. El partido escriturado a favor de López Obrador domina el quehacer nacional como lo hacía el PRI de la década de los años 70 del siglo pasado, de manera agobiante.
El arranque de la Cuarta Transformación desconcierta. Tal parece que nadie en gobierno y su partido sabe bien a bien de qué se trata, hacia dónde quiere llegar y qué caminos tomar. El gobierno de los 30 millones de votos agita las aguas, eso sí, pero no muestra el puerto de llegada. Ha tomado una gran cantidad de decisiones extrañas que en lugar de dar certidumbre mandan el mensaje de que están dando palos de ciego, incluso en temas tan importantes como la seguridad.
El anuncio de la creación de la Guardia Nacional dejó en claro que AMLO y su equipo no tenían ni la menor idea de lo que les esperaba. Por eso durante la campaña y muchos años antes se dedicaron a criticar lo que hacían otros con una ligereza bárbara. Una cosa es irrebatible: están haciendo justo lo contrario a lo que dijeron que harían. De hecho tanta zalamería de AMLO hacia el Ejército ya genera todo tipo de suspicacias. Primero no quería ver al personal militar ni en pintura y ahora los quiere ver en todos lados, incluso haciendo cosas rarísimas e inexplicables como construyendo aeropuertos y desarrollos inmobiliarios de casas fifís. Muy raro.
El proyecto de la Guardia supone la militarización permanente de la seguridad pública en el país. Acaso sea como dice la única opción, pero cancelar toda posibilidad de que la policía retome su lugar en tres o cuatro años genera escalofríos. Por más elementos que la Guardia Nacional logre reclutar, las policías estatal y municipal serán necesarios y nadie ha puesto sobre la mesa un plan para reforzarlas.
Entre la secuencia de despropósitos conectados con la Guardia Nacional tiene un lugar destacado la construcción de un megaproyecto inmobiliario en terrenos de instalaciones del Ejército en Santa Fe. El plan incluye que sean los soldados quienes hagan la urbanización y que el dinero que se recaude sirva para construir bases de la Guardia Nacional en diversos estados. Hacer un megaproyecto inmobiliario en Santa Fe rebasa todos los límites para convertirse en un disparate colosal. Lo único que no se necesita en esa zona de la ciudad es otro desarrollo inmobiliario. Ante el rechazo general, el Presidente dijo que el tema se pondrá a consulta para que la gente decida. Ya veremos si es una de esas consultas que tanto le gustan en la que solo participan las huestes de Morena.
Tanto la jefa de Gobierno como la alcaldesa se enteraron del tema por la prensa, pues nadie se tomó la molestia de avisarles. La primera reacción de Sheinbaum preocupa. Dijo que su objetivo es no contrariar a AMLO. Su primer objetivo debe ser cuidar los intereses de la ciudad, incluso si AMLO hace mina. La gente cercana al presidente puede ayudarlo, y mucho, si le hace notar sus errores. López Obrador ganó la elección de calle. Votaron por él 30 millones de personas, casi todos los morenistas le deben su chamba en el Congreso y en el gobierno, pero si en algún caso es necesario contrariarlo, pues ni modo. No tenía presupuesto para la GN. Fue ocurrencia de último minuto.
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