De un tiempo a la fecha todo mundo habla de la mariguana. Cuando digo “todo mundo” no exagero, describo. Si no lo cree, consulte los titulares de los diarios de los últimos días incluyendo el nuestro, de La Crónica de Hoy, de ayer que dice: Debate Nacional sobre Mariguana inicia en enero. Osorio Chong convoca a participar en 5 foros temáticos en varios. En la nota de marras se describe con detalle la mecánica a seguir en los debates que abren la posibilidad real de transitar de un régimen prohibicionista, como el actual, a uno que podría llamarse “regulador.
La idea de un debate sobre la mariguana prendió rápido porque hay una coincidencia, una visión del problema que mucha gente comparte: las cosas no pueden seguir como están. Es el peor de los mundos posibles. Veamos: el consumo se expande, sobre todo entre los más jóvenes; los criminales se enriquecen con un esfuerzo mínimo; la policía se corrompe al grado de controlar el negocio en ciertas plazas; la violencia no cede; las cárceles de saturan de consumidores que ahí adentro se vuelven criminales; los gringos, a través de la DEA u otra agencia, se entrometen.
La hora del cambio
Si queremos que las cosas cambien hay que hacerlas de otra manera. Para eso, para abrirle paso a los cambios, es que se ha puesto en marcha un debate nacional. En el prólogo del debate se ha comenzado a aclarar el panorama con pronunciamientos de expertos. Se ha dicho que la mariguana hace mucho menos daño que drogas como la heroína, la cocaína, los solventes, el alcohol e incluso el tabaco. Eso quedó dicho, pero también se ha establecido que los la mota no es inocua. Es una droga y como tal tiene efectos nocivos, sobre todo si se llega a consumir en la adolescencia. También va quedando claro que es razonable trasladar la responsabilidad del consumo a los propios consumidores que ya sabrán qué meterse a su cuerpo.
Lo que me parece que sigue en una zona de penumbra es si la eventual legalización de la producción, comercio y consumo de la hierba abatirá los niveles de violencia que padece el país. Ese será el meollo del debate: ¿cómo convertir la liberación en mayor seguridad? No es justo alimentar expectativas de que así será. La mariguana libre no equivale a paz. Eso no. Hay muchas razones. Destaca entre ellas que la masa delincuencial que hoy en día se dedica a su trasiego no volverá al redil institucional, seguirá en la delincuencia explorando nuevos delitos, como el cobro de derecho de piso, los secuestros, los robos. A diferencia de otros sitios donde la mariguana ya tiene el estatus de lúdica, en México hay una operación colosal de bandas del crimen organizado, que tienen control de rutas y plazas. Tal vez dejen de ganar dinero con la venta de droga pero buscarán otras opciones de negocios sucios. Como quiera que sea es que ha quedado claro que el 2016 será el año de la mariguana. Se hablará mucho de ellos. Lo importante es tener elementos de juicio para tomar las mejores decisiones. Como sociedad no tenemos margen de error.
@juan_asai