La única cualidad de la idea de esparcir las dependencias federales fuera de la Ciudad de México es que suena bien. En una plática de sobremesa en la que los comensales se quejan de los problemas de movilidad en la ciudad, que son apocalípticos, sacar las dependencias suena bien. Al cabo de un momento de reflexión, valorando los pros y los contras se concluye, sin problema, que es un disparate.
Lo malo en este caso es que el disparate se le ocurrió a López Obrador que después de su apabullante triunfo en las elecciones del pasado primero de julio, quedó en calidad de santón que no se equivoca. Errar no está en su naturaleza. Todo lo que diga es correcto por necesidad. De modo que hasta la gente inteligente que rodea al Tabasqueño, que sí la hay, prefiere hacer como que la virgen le habla antes de decir que el líder máximo se equivocó.
El pánico es comprensible y compartido. Por eso les sugiero que no digan que AMLO metió la pata, eso nunca, digan que se adelantó a su tiempo y por eso algunas de sus decisiones son incomprensibles, porque él ve más allá que todos. La gente que lo rodea, hablo de AMLO, tiene miedo de perder la oportunidad del cargo público. Los medios y la mayoría de los comentaristas tienen terror de perder la publicidad, de modo que dejan pasar las ocurrencias y las colocan como gestos de un iluminado que “reflexiona” en lugar de vacacionar, y hace “trabajo de campo” en lugar de dar un paseo.
Hasta los multimillonarios más poderosos, esos que pueden vivir como príncipes en cualquier lugar del mundo, se sumaron a los vítores. De modo que los márgenes para corregir se reducen. La gente lo deja pasar. No me ha tocado escuchar algún comentario crítico de los empresarios con negocios en el sector energético ante el perfil del que será nuevo director general de Pemex, cuya hoja de servicios se reduce a ser buen cuate de Obrador. Así lo han hecho por décadas los priistas, se dirá, pero si la gente votó por un cambio no se trata de hacer las cosas como las hacían los priistas. No tiene sentido.
En eso estábamos, tratando justificar las decisiones del candidato triunfante, cuando de pronto, sin decir agua va, el sindicato nacional de trabajadores de la Semarnat, emitió un comunicado oficial en el que le dice “no” a AMLO. Rechazan el eventual traslado de la dependencia a Mérida y además presentan argumentos sólidos. Ver para creer. Arrancan diciendo que a pesar de ser la parte afectada en el proyecto de descentralización, los trabajadores no han sido informados. Lo que saben lo vieron en las noticas. Nadie los ha consultado a pesar de que serán directamente afectados. En virtud de ello, apuntan, “expresamos nuestro más firme y categórico rechazo a la descentralización por los indudables grados de afectación que implican para los trabajadores del país ya que traducen un grave y gran prejuicio para ellos y sus familias”. Una decisión así tiene que tomarse con cuidado y evaluando casos particulares, por ejemplo, que harán los trabajadores que tiene un crédito inmobiliario o aquellos cuyo cónyuge trabaja en otra dependencia federal que se irá otro punto del país. Tampoco se ha tomado en cuenta qué hacer con los hijos de los trabajadores que están en la educación media superior o superior y que viven con sus papás.
Lo dicho: lo único bueno de esparcir las dependencias federales por el territorio nacional es que suena bien, nada más.
@soycamachojuan