Miguel Mancera designó a Miguel Torruco secretario de Turismo del Distrito Federal. Quien piense que el turismo es una actividad económica frívola, propia de sirenitas encantadoras y piñas coladas, que platique un rato con Torruco, uno de los personajes rudos de la industria, a la que conoce a fondo. Es un viejo lobo de mar. Dice la leyenda que comenzó su carrera como bell-boy y con el paso de los años llegó a dirigir hoteles y organizaciones de hoteleros, fundó escuelas que por décadas han capacitado a miles de empleados del sector. Todo mundo en la industria lo conoce y sabe de su talento. Hace pocos meses, cuando todavía era personaje destacado del jet-set, presentó un libro con la historia de sus 40 años en la industria. Se dice fácil, pero es toda una vida.
Torruco protagonizó, es su calidad de presidente de la Confederación Nacional Turística, un áspero y poco discreto jaloneo con la anterior secretaria de Turismo del gobierno federal, la maestra Gloria Guevara. No se soportaban y no lo ocultaban. A don Miguel se le quemaban las habas por participar en la política y dicen por ahí que tuvo un acercamiento, por demás infructuoso, con la gente del poderoso grupo del Estado de México. Tal vez por eso, por el rechazo, despechado aceptó ser parte del gabinete probable, imaginario, virtual, de López Obrador. La decisión causó impacto. Torruco siempre fue cercano al Revolucionario Institucional. En la presentación del libro que mencionamos estuvo flanqueado, por ejemplo, por la familia Alemán. Torruco es consuegro de Carlos Slim. Su alianza con la izquierda casi insurreccional fue muy comentada. Algunos dijeron que se confirmaba así la simpatía añeja del hombre más rico del mundo con la causa del tabasqueño. Los laberintos de la política mexicana son intrincados.
No sólo eso. Torruco, encarrerado, y eso es lo que preocupa, siguió a Obrador en sus protestas postelectorales, cuando ya las instituciones legalmente constituidas, habían decretado el triunfo de Peña Nieto. Para fortuna de todos, Torruco lo pensó bien y no se lanzó a la clandestinidad para, cubierto con un pasa montañas, transformarse en guía de turistas en algún lugar de las montañas de Chiapas. Reapareció, ya rasurado, al parecer con el ánimo insurreccional amainado, como parte del gabinete plural, interesante, esperanzador, de Miguel Mancera. Si Miguel Torruco se concentra en lo suyo, que lo domina bien, y asume el cargo sin ánimo de revanchas, sin rencores, sin un protagonismo excesivo. Si no llega para avasallar sino para construir, su paso por la Secretaría de Turismo del DF puede marcar época. Un antes y un después. Ojalá logre establecer una relación cordial, respetuosa, de colaboración, con la Secretaría de Turismo del gobierno federal para bien de la actividad turística en el DF.
El primer expediente que tiene sobre su escritorio es definir la suerte de la FITA, ¿se mantiene, se olvida, se cambia por otra? Por lo menos que las cuentas cuadren. Los ritos.- La licenciada Claudia Ruiz Massieu participó, emocionada, en los ritos de asunción del nuevo gobierno federal. Se le vio por ahí, radiante, acompañando a sus colegas del gabinete; platicando en corto, tomadas del brazo, con nuevas animas como Rosario Robles. Esa etapa inicial se concretó hace un par de días en la explanada monumental del Colegio Militar, cuando las fuerzas armadas se pusieron a la orden de su nuevo comandante en jefe. Lo que procede es ponerse a trabajar. Por su experiencia política, sus relaciones del más alto nivel, acostumbrada a la élite del poder, la Secretaría no tendrá problemas para construir un discurso turístico para remontar sin mayores contratiempos su arranque. Una cosa es la habilidad discursiva y otra, diferente, la compresión y sobre todo la resolución de los problemas de la industria. Ya que hablamos de Torruco, uno de sus pleitos con Guevara fue la presentación de las estadísticas del sector. Los números de Torruco no coincidían con los que divulgaba la Sectur. La acusó, incluso, de falsear información. ¿Qué hará con respecto a las estadísticas la nueva Secretaría? ¿Cómo construirá sus datos? ¿Alineará sus métodos estadísticos con los de, digamos, la Confederación Nacional Turística? Terminados los ritos, comienza el trabajo diario.