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“Haiga sido como haiga sido”



Felipe Calderón se saltó las trancas. En el año 2004 era secretario de Energía y quería ser candidato presidencial del PAN. Sabedor de que el corazón del entonces presidente Vicente Fox latía por Santiago Creel, Felipe prefirió irse por la libre y destaparse por cuenta propia. Su objetivo era presionar a su partido para que lo tomara en cuenta.

Su cómplice fue Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador de Jalisco. El mandatario estatal le pidió a su cuate Abraham González, dueño de un rancho lechero llamado Las Palmas, que le organizara un mitin para lanzar a Calderón, pero que lo hiciera con discreción para darle una sorpresita a Fox. El señor de las botas se enteró del destape por los medios, montó en cólera y le pidió su renuncia a Calderón, que entonces quedó libre para hacer campaña al interior del partido.

Como todos saben en la interna del PAN Calderón dejó en la lona a Creel y al Caballo Negro. Alcanzó la nominación y se lanzó a la campaña para enfrentar al candidato favorito, López Obrador, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, de quien decían que era un peligro para México. AMLO Arrancó la campaña como claro favorito. Además de ellos había otro contendiente, otro político tabasqueño, Roberto Madrazo, que se apandilló la candidatura del PRI desde la dirigencia nacional del partido y que se peleó a muerte con la maestra Gordillo.

La maestra no se quedó con los brazos cruzados. Implantó un complejo operativo de voto útil. Ante las claras señales de que Roberto Madrazo no tenía ninguna oportunidad, la maestra Gordillo, que en esa elección tuvo un papel clave, pidió a gobernadores priistas que operaran a favor de Calderón para tener oportunidad de parar a AMLO. La política es así, así de fea, hoy Gordillo es aliada del político que en el 2006 ayudó a vencer con buenas y malas artes.

Pues bien, la ventaja inicial de AMLO se fue reduciendo de manera paulatina. La noche del día de la elección, el entonces presidente del consejo general del INE salió a los medios a decir que como la ventaja entre el primero y segundo lugar era tan estrecha no podía adelantar ningún resultado. De hecho el resultado final, certificado por los organismos electorales, fue 35.91 por ciento de la votación para Calderón y 35.29 por ciento para AMLO. Una diferencia microscópica.

López Obrador y su partido, que entonces era el PRD, no aceptaron el resultado. Montaron en cólera, se erigieron en gobierno paralelo y establecieron un largo y lastimoso plantón en Paseo de la Reforma. Al conocer su apretado triunfo, Felipe Calderón respiró hondo, fijó su mirada en el horizonte y soltó su inmortal apotegma: “Ganamos; haiga sido como haiga sido, pero ganamos”-.

¿Y Roberto Madrazo? Pues quedó en un lejano tercer lugar. Eso ocurrió como quedó dicho en el 2006. Dos sexenios después, Madrazo, que ha vivido en el ostracismo, reapareció para decir que según sus actas AMLO ganó esa elección, y por lo tanto le hicieron fraude. ¿Usted le cree a Roberto Madrazo? Casi nadie en el mundo le cree, ni siquiera los organizadores de maratones. Suele hacer trampa. Sobre el caso de la elección del 2006 hay varios testigos que podrían dar su versión de lo ocurrido. Varios de ellos son antiguos panistas que hoy son acólitos de la cuarta transformación, como Manuel Espino, Germán Martínez y Gaby Cuevas, lo que confirma que para seguirles la pista a los políticos hay que aguantar los peores olores.

 

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Twitter: @soycamachojuan

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