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La Iniciativa Mérida, cambio de paradigma



Terminar con la Iniciativa Mérida y emprender un nuevo modelo de cooperación binacional entre México y Estados Unidos en la lucha contra las drogas sería un cambio cualitativo, de alcances históricos. México quiere el cambio pero es muy remoto que el gobierno norteamericano lo secunde. La Iniciativa se apoyó en este diagnóstico:

Las redes de narcotraficantes mexicanos controlan una porción sustancial de las drogas ilícitas que se distribuyen en Estados Unidos. A la inversa, el dinero y armas de fuego que se derivan del tráfico de drogas ilegales pasan al sur desde Estados Unidos a México. Esas actividades delictivas generan violencia. promueven corrupción, inspiran miedo; desvían recursos escasos y minan el comercio, el intercambio y la inversión legítimos. La estabilidad económica y la transición política de México se ven especialmente amenazadas por la criminalidad, la violencia y el deterioro social que engendra el tráfico de drogas ilegales.

Ante este panorama se comenzó a diseñar un programa que incluiría a México, Estados Unidos, los países de América Central, así como dos caribeños —República Dominicana y Haití— que tenía como eje central ayuda en especie por parte de EU para combatir los cárteles, a cambio de información y presencia constante de agentes norteamericanos en el terreno de operaciones. Aquí fue donde en el 2008 tomó cuerpo el concepto de Guerra contra las Drogas que el gobierno de AMLO quiere descontinuar.

¿Puede afirmarse que la Iniciativa fue un fracaso? No tenemos claridad de los objetivos reales, por lo menos del lado norteamericano. Es probable que no busquen terminar con el trasiego de drogas sino asumir el control de los ejércitos de la zona, a través de sus frecuentes programas de capacitación que les sirven para meterse hasta la cocina.

Para México, en estos años la violencia creció de manera exponencial, las víctimas fatales se cuentan por cientos de miles, el consumo de drogas no se contuvo sino que creció de manera desaforada, de modo que no hay ningún incentivo para mantenerlo, pues para estas fechas ya sabemos que los helicópteros artillados o las armas de alto calibre pueden ayudar en una situación de combate, pero no hacen una diferencia de fondo, como sí la hacen la información de calidad, el combate al lavado de dinero, a la corrupción, y un programa ambicioso de sustitución de cultivos.

El actual esquema ha sido desastroso para México. Nuestro país pone los muertos, el desgarro del tejido social, la corrupción generalizada de servidores públicos, sin uniforme o con uniforme, y además el narco ha tenido en vastas extensiones del territorio nacional un triunfo cultural, pues los habitantes ya lo ven como parte de la vida cotidiana.

En estos años han ocurrido cambios que no se pueden dejar pasar, entre ellos el hecho de que muchos estados importantes de los Estados Unidos, entre ellos California, cambiaron su marco legal para aceptar el consumo lúdico de la mariguana, como ocurre ya también en Canadá, lo que conforma un absurdo inadmisible. Mientras eso ocurre en EU, en México se registró un cambio relevante: a través de la Guardia Nacional se completa el círculo para militarizar la seguridad pública.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció este martes que propuso a Estados Unidos una reorientación de su gasto en la Iniciativa Mérida, que busca combatir el narcotráfico, hacia un plan de desarrollo centrado en la creación de empleo para frenar la migración forzada. “Lo de la Iniciativa Mérida queremos que se reoriente por completo porque esto no ha funcionado. No queremos que haya cooperación para el uso de la fuerza, queremos que la haya para el desarrollo”.

Leo en nota de La Jornada del primero de abril que en la Iniciativa Mérida se han gastado durante una década 2.9 mil millones de dólares sin que el gobierno mexicano tenga los suficientes datos para asegurar en qué medida ha sido efectiva, comentó Eunice Rendón, secretaria ejecutiva adjunta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

El reto más importante es ver cómo vamos a tener resultados en la parte más humana, ya esta cuestión es algo que se está definiendo; pero si veo un futuro en que no hay estos elementos de una evaluación, de una comparación, de un acompañamiento, de una integración con ciertos grupos, pues veo muy difícil su continuidad, manifestó.

Añadió que parte de las contrariedades de dicho programa se cuentan en la duplicidad de funciones y dispersión de gasto, aunque de los cuatro objetivos con los que se planteó en 2008 —tres de ellos de contenido bélico— el último de prevención social y programas específicos sí han tenido resultados que pueden ser rastreados.

Hasta aquí la nota periodística. México ya hizo su movimiento y mostró sus cartas. Lo hizo a través del presidente López Obrador que es la máxima autoridad. Como es un programa internacional no será nada fácil lograr cambios, entre otras muchas razones porque el Ejército gringo tiene poder de decisión y ya se sabe que no busca acabar con el narcotráfico, sino administrarlo de acuerdo a sus intereses geo-políticos, y los gobiernos de los otros países involucrados sí quieren los helicópteros artillados, no sólo para pelear contra los narcos sino para intimidar a sus rivales políticos.

En México, AMLO prácticamente no tiene rivales políticos y no tiene que intimidar a nadie. El Ejército mexicano puede tener una opinión, pero su férrea disciplina lo conducirá a seguir al Presidente en todas sus decisiones. Si optamos por el camino largo del desarrollo social, puede pasar, si las cosas funcionan, una década antes de ver algún resultado positivo. Si en todo ese tiempo no hay una presión armada en contra de los cárteles, las organizaciones criminales se fortalecerán en el corto plazo hasta sentirse con capacidad para retar al Estado. Eso es algo muy serio. La lucha contra la mafia no debe hacerse únicamente con helicópteros artillados, pero la verdad es que nunca están de más para encarar, por ejemplo, al Mencho y los sicarios del CJNG.


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@soycamachojuan

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