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Meade, la candidatura que “no funcionó”



El PRI llegó al día del destape de su candidato presidencial con la derrota electoral asegurada. Para noviembre del año pasado, la ciudadanía había tomado ya la decisión de castigar al partido en el gobierno por los escándalos de corrupción y por la ineficiencia en materia de seguridad.

La población mayoritaria nunca valoró positivamente las reformas estructurales porque no alcanzó a percibir con nitidez sus beneficios. El gobierno comunicó mal sus logros. En materia de comunicación, concentró sus esfuerzos en el trato con concesionarios, dueños y un puñado de líderes de opinión. Dejó en un lugar secundario los mensajes que realmente estaban llegando a la gente y la opinión que se formó la ciudadanía sobre el desempeño del gobierno. Fue una pifia garrafal.

De modo que la contienda estaba decidida antes de comenzar. A pesar de ser un político forjado en la antigua escuela, Peña Nieto manejó mal su sucesión. Dio la impresión de que la única elección en la que había puesto todo su interés fue en la suya propia, la que lo llevó de Toluca a Los Pinos. ¿Cómo confirmar la aseveración anterior? Sencillo. El día de su destape como candidato presidencial nadie fuera del círculo rojo conocía a José Antonio Meade. Políticos y periodistas sabían que era un servidor público de élite, con cargos de la más alta responsabilidad en dos administraciones distintas, pero los ciudadanos no lo conocían. Tuvo que arrancar de cero para encarar a un político con 18 años de campaña continua. Lo que demuestra sin lugar a dudas que Peña no se preparó bien a para ese lance.

Me parece que eso obedeció a que siempre quiso que Luis Videgaray fuera su sucesor y cuando el factor Trump descarriló el proceso se quedó pasmado. De hecho fue el mismo Videgaray quien pavimentó el camino de Meade, que no es un tipo carismático, que tiene limitaciones como orador, que le cuesta transmitir emociones, de forma que no fue un candidato atractivo. Mi punto es que era, sigue siendo, la mejor opción, por la sencilla razón de que no tenía cola que le pisen. Peña eligió a Meade porque era el único de los que llegaron con posibilidades que no emanaba un tufo priista rechazado por la ciudadanía.

El otro día, en una de las entrevistas que viene concediendo con motivo de su sexto y último informe de gobierno, el presidente deslizó la frase de que la candidatura de Meade no funcionó, como si ese fuera el factor central en la derrota del PRI. Una aseveración injusta, inexacta. Si prospera será una manera de que los priistas se engañen a sí mismos. El PRI no da señales de haber hecho una lectura correcta de la paliza que recibió el pasado primero de julio. La paliza convirtió al partido en el poder en un integrante de la chiquillada, casi a punto de transformarse en una oposición testimonial. El partido llega a este momento con Claudia Ruiz Massieu, Osorio Chong y René Juárez como dirigente nacional y coordinadores parlamentarios. Caras y apellidos que se han visto desde hace años y que no despiertan el más mínimo entusiasmo entre el electorado, mucho menos entre los más jóvenes que son mayoría.

En el PRI siguen militando varios de los mejores cuadros políticos del país de la vieja y de la nueva guardia, ahí están, en el Senado, los nombres de Ramírez Marín o de Vanessa Rubio. Ellos son los que tienen que dar la cara.

 

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Twitter: @soycamachojuan

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