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AMLO está desaforado



A López Obrador le urgen unas vacaciones. A nosotros, los medios, nos urge que se las tome. No muy largas. Un par de semanas en la playa acompañado de su familia, pero sin colaboradores y muchos menos sin periodistas. Que los periodistas no se le acerquen porque el tabasqueño los huele y como tiene la adicción de declarar ataca cualquier micrófono abierto.

El ganador de las elecciones no se ha bajado de la nube. Está aceleradísimo, tomando decisiones sobre las rodillas como si su toma de posesión fuera el miércoles, cuando lo cierto es que  faltan todavía más de 130 días. Son decisiones importantes, que impactarán todo su sexenio. Su deber es reflexionar, evaluar, volver a reflexionar, preguntar, escuchar a gente que sí sepa y después decidir. No antes.

En lugar de eso está haciendo nombramientos a diestra y siniestra, cambiando el andamiaje institucional de dependencias clave, fijando sueldos. Anda desaforado. Ya ganó. Arrolló. Generó grandes expectativas. Para cumplirlas tiene que hacer un buen gobierno y mostrar que es un político responsable y ordenado. Su desorden personal contagia a sus colaboradores que declaran sobre todo varias veces al día como si ya fueran expertos de la dependencia en la que trabajarán y en otras más. Se conducen como enciclopedistas enfiestados.

AMLO tiene que asumir que ya no es necesario que defina la agenda informativa un día y otro también. Si se toma un respiro tal vez pueda pensar con mayor claridad. Hay decisiones de fondo, como dividir a la Segob, acabar con el Cisen, crear la gendarmería que bien merecen otra pensadita. Y hay otras medidas, ya anunciadas, que no solucionarán nada  y sólo complicarían las cosas como esparcir las secretarías de Estado a lo largo y ancho del país.

Es una tontería.

Nadie se lo dice porque los medios están concentrados en quemarle incienso, decirle que todo lo que hace está bien, que sus ideas son geniales, como no se nos ocurrió antes mandar la SEP a Puebla o Turismo a Chetumal.

Acaso después de unos días en una cabaña de la laguna de Bacalar, una maravilla natura, dicen que muy romántico, ya que tanto le gusta esta región de Quintana Roo, tal vez regrese al Altiplano con mente más abierta, con ganas de escuchar opciones, evaluar perfiles con más cuidado. Tener presente que todavía faltan muchos días. Las cosas pueden cambiar de manera diametral, por ejemplo en la relación con Estados Unidos o en la actividad de las bandas de crimen organizado.

Sus colaboradores tiene que hacer más, mucho más trabajo de gabinete y tener menos, mucho menos exposición ante los medios.

La comunicación no es un fin en sí mismo, es un medio para alcanzar un objetivo.

La comunicación es eficaz cuando ayuda a conseguir un objetivo pre determinado, si no lo hace nada más es ruido. Es un riesgo, un desgaste. Cuando asuman sus respectivos cargos las condiciones cambiarán.

A los medios de comunicación un par de semana de vacaciones de AMLO también le caerían muy bien. Es su oportunidad de recuperar el decoro perdido. Sus respectivos consejos editoriales podrían tomarse un café y también intercambiar ideas sobre lo que van a hacer. La posibilidad de perder cuotas de publicidad oficial tiene a todos apanicados, se comprende, pero en lugar de dar palos de ciego les toca rediseñarse, lo cual es más complicado si mandas a todos sus reporteros a perseguir a AMLO todos los días y todas las noches. Hay que bajarle varias rayitas.

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@soycamachojuan

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