Futbol.- Se trata de una jugada diseñada para escapar de un callejón sin salida. Digamos que un jugador está atrapado entre la línea de banda y la de meta. Se le acerca a velocidad un jugador del equipo rival para despojarlo del balón. Todavía peor, dos jugadores rivales. ¿Qué hacer? La ocurrencia de Cuauhtémoc Blanco fue colocar el esférico entre las piernas. Aprisionarlo con la parte interna de los tacos y pegar un brinco tan alto y largo como sea posible para pasar, con el balón controlado, en medio de los dos jugadores rivales, a quienes se desplaza extendiendo los brazos. El brinco casi nunca es alto ni largo, pero sí sorpresivo. Los jugadores rivales no saben cómo parar la acción sin cometer falta. Por supuesto, quedan iracundos. Intentar la jugada supone un alto riesgo. Si sale bien, te pavoneas como el chulo del barrio. Si sale mal, la silbatina es ensordecedora.
El dato relevante de la cuauhtemiña es que salió a relucir en un Campeonato Mundial, el de Francia 1998, en un juego de México contra Corea del Sur. Blanco la hizo. Fue un desplante lúdico, de seguridad personal y de algo que me parece fundamental en la personalidad del futbolista: un sentido innato del espectáculo. Muy pocos jugadores mexicanos tienen. No se les da. Cuauhtémoc hizo la jugada otras veces, pero ésa, la del Mundial, que vio todo mundo, ayudó a consolidarlo como ídolo del balompié local.
Política.- Eso fue, como quedó dicho, en Francia en 1998. Nadie pudo imaginar en el aquel entonces que tiempo después Cuauhtémoc Blanco sería alcalde de Cuernavaca, una de las ciudades más complejas y peligrosas del país y que estaría, otra vez, en un callejón sin salida. La diferencia es que los rivales de las canchas querían despojarlo del balón, los de ahora le quieren arrancar el cuero cabelludo. No exagero. Su seguridad personal está a cargo de las fuerzas armadas. ¿Qué jugada inventará para salir de apuro? Por lo pronto Blanco hizo un movimiento extraño, que desafía cualquier lógica deportiva: aceptó un partido de homenaje del equipo América para el próximo fin de semana. Es un partido oficial contra Morelia. Las Águilas están en zona de calificación, pero arriesgar tres puntos es un disparate. Nacho Ambriz, el entrenador del equipo, se tambalea. Cada fin de semana se habla de cambiarlo. Yo mismo me he sumado a la petición. El juego pasado el América recibió cuatro goles de Tigres en veinte minutos. El Morelia no viene a ser parte del homenaje, quiere ganar. ¿Por qué no hacer un juego de despedida fuera de competencia, en una cancha de la eterna primavera?
La respuesta es que no se trata de una movida deportiva, sino política. El América, su dueño y sus directivos le han hecho el feo a Cuauhtémoc durante varios años. La relación era mala. Genera suspicacias que de repente hayan mudado de opinión. Es obvio que el homenaje refrendará la popularidad del alcalde Blanco. ¿Qué gana Televisa? Hay quien dice que se trata de la primera acción de un acuerdo mayor entre la empresa y la alcaldía. Si las cosas salen bien el domingo, eso es clave, podrían venir más acciones. Me refiero a transmisiones especiales desde Cuernavaca y asesorías del más alto nivel para hacer de Blanco un político más eficiente, buscando encarrilarlo para otras posiciones, por ejemplo la que hoy tiene Graco Ramírez, ¿Por qué no? Lo han hecho antes con notable éxito.
@soycamachojuan