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Acapulco, nostalgia del glamour



El turismo en el estado de Guerrero es un asunto de seguridad nacional. Parece una actividad frívola, de bikinis y margaritas, pero no lo es. Esa es sólo una cara para la foto, algo cosmético, pero la estabilidad social en la entidad está prendida con los alfileres del turismo. Lo he escrito antes, pero es necesario volver al tema en esta semana en que Acapulco ha estado en boca de todos de la peor manera posible. Mantener funcionado de manera óptima los destinos del llamado Triángulo del Sol hace la diferencia en esa entidad entre la paz y la revuelta. No exagero.
 
El puerto con la bahía más bella del mundo fue por años el sostén del turismo en el país y uno de los destinos más importantes de América Latina. Logró conjuntar una serie de atractivos cuya mezcla afortunada dio lugar a algo que se denomina glamour, que es un encanto irresistible. Acapulco lo tuvo y lo perdió y hoy me parece un esfuerzo incensario intentar recuperarlo.
 
Lo perdió porque no procesó de manera adecuada su propio éxito que fue arrojando frutos tóxicos, como por ejemplo la presencia de grupos delictivos dedicados al tráfico de drogas, lo que a su vez detonó en una espiral de violencia. La aparición de cabezas en la costera fue la señal de que los años dorados terminaron para no volver, pero los destinos tenían que seguir operando bajo otro esquema promocional pero abiertos a los visitantes del Valle de México que tiene por Acapulco una fidelidad a prueba de balas. Chilangos y mexiquenses seguirán llenándolo en los puentes y en las vacaciones de Semana Santa y Navidad por la sencilla razón de que es un lugar estupendo para pasar unos ´días con la familia y está a cuatro horas en carretera.
 
La Autopista del Sol es uno de esas obras de infraestructura que han dado un servicio al país de beneficios incalculables. Es una instalación estratégica que tiene que estar siempre al cien por ciento.
 
Creo que, para la salida de pandemia, lo mejor sería una campaña de convenciera a las familias de que es un lugar seguro en el que se pueden divertir sin contagiarse, los mensajes para otros grupos, por ejemplo, jóvenes mexicanos émulos de springbreakers tienen pocas posibilidades de éxito porque Acapulco no es por ahora un destino aspiracional.
 
Pero es una cuestión de enfoque, lo que está mal es que se plasmas actividades que suelen estar vinculadas con consuma estupefacientes y esto con bandas del crimen organizado que es precisamente lo que dio al traste con todo, entre otras razones porque muchos empresarios, sobre todo los que tenían negocios en la Costera, tuvieron un pie en el negocio del entretenimiento de turisas y otro en el comercio de drogas. Pensaron que podrían manejar altos consumos de cocaína en sus locales y no pudieron. Si van a regresar a las mismas se perderán muchos años de esfuerzos constructivos.
 
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Twitter: @soycamachojuan
 

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