La nota fue que Eruviel Ávila destapó a Miguel Ángel Osorio Chong como coordinador de la bancada del PRI en el Senado de la República. Eso quiere decir que el PRI no escuchó el mensaje de los ciudadanos en las urnas el pasado primero de julio. O tal vez sí lo escuchó pero no lo entendió, le dio una lectura equivocada. Claro que también existe otra posibilidad: sí lo escuchó, sí lo entendió, pero le valió madres; no encuentro otra forma de decirlo.
Las decisiones en el partido no se toman de acuerdo a la posibilidad de recuperar credibilidad o confianza, de presentar un nuevo rostro, de tratar de acercarse a los ciudadanos que los rechazaron. Nada de eso. Las decisiones se toman en un juego palaciego, en el que participa cuando más una docena de personas, la mayoría de las cuales estarán desempleadas a partir del primer minuto del mes de diciembre y otros, los legisladores, el último día de agosto. No descubro nada diciendo que ambos personajes, Eruviel y Osorio, representan lo que los ciudadanos rechazaron.
No se crea que durante la campaña estos personaje anduvieron muy movidos, sudando la camiseta, gastando las suelas, peleando cuerpo a cuerpo. Claro que no. Estuvieron sentados en su palco de barrera viendo cómo Meade y los suyos eran derrotados en una batalla desigual que tenían perdida desde el principio. En Hidalgo y el Edomex el PRI tuvo un desempeño lamentable. Morena se llevó el carro completo, al PRI le tocaron las migajas, en el Edomex.
Eruviel y Osorio no pueden ser las caras nuevas del PRI, a menos claro que al partido no le importe ser irrelevante en el corto plazo. No digo, para evitar malos entendidos, que no sean cuadros experimentados, curtidos, que algo pueden aportar, pero ambos representan lo que los ciudadanos no quieren. En una decisión insólita, el PRI los vuelve a poner en el aparador. Si esas son las nuevas caras del PRI, el tricolor está frito y corre el riesgo de desvanecerse.
Si el PRI quiere volver a ser competitivo, tiene que buscar una nueva vía de contacto con la ciudadanía. No creo que Eruviel y Osorio la representen. Tampoco es un buen mensaje para la militancia, o lo que queda de ella. El único senador que dio la cara y que puede presumir que resistió el tsunami de Morena es el yucateco Jorge Ramírez Marín. Si la decisión fuera por méritos en campaña él sería hoy el nuevo coordinador. Si querían una persona que pudiera comunicarse mejor con el segmento más amplio del electorado, ahí tenían a Vanessa Rubio, que hizo un esfuerzo supremo en la campaña dando la batalla en todos los frentes y que además, ojo, tiene 46 años, es relativamente joven, tiene expresiones y ademanes, hasta lentes, de su generación, y conecta mejor con el electorado. Osorio y Eruviel conectan muy bien con los electores que antes eran afines al tricolor y que ahora son fieles de Morena. Ni modo, esa es la realidad. Si el PRI quiere salir del barranco en el que se encuentra tiene que dejar de verse el ombligo. Tiene que voltear a ver a los ciudadanos. Ese cachondeo políticos entre ellos, sin considerar el factor de los votos ciudadanos, era útil y hasta entremedio para los columnistas, cuando tenían la victoria electoral asegurada, pero eso ya no es así, ni lo será. Es cosa del pasado.
Si quiere volver a ganar una elección el partido necesita ir a la calle por los votos. Las autocomplacencias estorban.
@soycamachojuan