Comenzó la pesadilla del coronavirus. Arrancó en enero en China y ahora ya está aquí entre nosotros. Si todos cooperamos tal vez para finales del mes de abril veremos la luz al final del túnel. Lo importante es que sigamos aquí para contarlo. Las medidas de distanciamiento social, para contener los contagios, ya comenzaron a tomarse. Se reforzarán en los próximas días. Ya sabemos que se canceló el Tianguis de Mérida y también que el sistema educativo nacional dispuso un mes de vacaciones. Es una decisión positiva que constituye una prueba para cientos de miles de familias mexicanas, pero permite establecer que será la ciudadanía la que determine, con su comportamiento, la extensión de la crisis.
Mientras menos contagios más pronto se podrá darle vuelta a la página, y para que haya menos contagios hay que seguir las medidas de distanciamiento social e higiene, que son complicadas pero tendrán una recompensa verificable en pocas semanas. Todos los sectores resultarán afectados, acaso el más notable sea el turismo, para el que las medidas de aislamiento son letales. Para muchos destinos viene una temporada de vacas flacas. Los indicadores comenzaron a declinar y eso que la parte gruesa de la crisis todavía no arranca.
El coronavirus afectará de manera contundente el periodo vacacional de Semana Santa que es crucial para muchos, como Acapulco, por ejemplo. Muchos aguardan a que llegue la Semana Santa para recuperarse de los meses de contracción. La gran masa de trabajadores vinculados al sector tendrán un largo periodo sin ingresos, para quienes tienen sueldos asegurados es menos malo, pero para quienes viven al día de las propinas o las ventas callejeras es francamente dramático. En Semana Santa no sólo hay vacacionistas sino también feligreses.
En la CDMX, La representación de la Pasión de Cristo suele congregar a cientos de miles de personas en las calles de Iztapalapa y de un momento a otro las autoridades tendrán que anunciar su cancelación. Para la industria de los cruceros el 2020 será un año perdido. La expectativa es que si las cosas marchan muy bien tal vez pueda aprovecharse la última parte de la temporada de verano; si no, hay que esperar a diciembre para volver a la actividad.
Los cruceros han resentido como pocos el embate del coronavirus. Un crucero turístico con virus pierde el glamour que es vital para su operación. Las reservaciones se cancelan o se posponen, pero por ahora muchos de los cruceros tendrán que permanecer en los puertos en espera de tiempos mejores. Lo importante es contar con programas de ayuda de emergencia para los trabajadores del sector que lo necesitarán. No se trata de un problema que sólo afecte al turismo en el país. La industria a nivel global está en cuarentena. La racha de crecimiento de las últimas décadas se paró en seco. Las pérdidas serán millonarias. Hay que minimizarlas, pero lo cierto es que a estas alturas el daño está hecho. Lo que cuenta es evitar daños mayores. En los trabajos se tiene que echar mano del trabajo en casa tanto como sea posible. Las tecnologías de la comunicación son aliados naturales en un momento en el que se trata de evitar el contacto.
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