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Alejandra Barrales y sus pretendientes



Es una señora guapa, sin duda. Se veía linda en aquellas fotos trepada en un avión que salieron en una revista para caballeros, ¿alguien las vio? De manera que les deben sobrar admiradores, aunque dudo mucho que tenga tiempo de atenderlos. Me refiero ahora a otro tipo de pretendientes, los del quehacer político, comenzando por Ricardo Anaya, del PAN, y Martí Batres, de Morena, que quieren ir al lado del PRD en la elección presidencial del 2018. Su tarea incluye conquistar a Alejandra.
Pero no vayamos tan de prisa. Primero lo primero. El PRD entró en otra de sus repetidas crisis de liderazgo hace muy poco. Agustín Basave, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, que no es poco decir, descubrió In situ que el PRD es un partido ingobernable. Que una persona como él, un outsider, no tenía posibilidad real de ejercer el mando porque las tribus son intratables. De manera que metió sus chivas en una caja de cartón y se fue azotando la puerta. Dejó tirada la presidencia del partido. Su legado fueron las victorias del sol azteca en Veracruz y Quintana Roo, siguiendo una ruta extravagante: aliarse con la derecha para lanzar a un priista resentido como candidato. Suena horrible. Lo es. Pero su efectividad está fuera de discusión.
Barrales aplastó.- De manera que el académico voluntarioso dejó sobre la mesa dos problemas para el partido: Elegir a un nuevo dirigente nacional, que usualmente es una prueba muy difícil de superar para el PRD y decidir la estrategia a seguir para el 2018. Convertir al partido creado por Cárdenas en escudero del partido de la derecha, que se fundó en los años 30 para contener las políticas públicas del papa de Cárdenas, el general Lázaro, o buscarle por otro lado. El primer problema se resolvió de la mejor manera: con un mega -acuerdo entre las tribus hegemónicas que se pronunciaron a favor de la carta propuesta por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, que fue Alejandra Barrales, que aplastó al otro aspirante, el sibarita, así le decían antaño, Pablo Gómez.
Es verdad que el aval de Mancera fue determinante. Pero también es cierto que Barrales tiene ya un largo recorrido dentro del PRD. Ha tenido triunfos, pero también fracasos, como ése de la delegación Benito Juárez, a pesar de las fotos que reseñamos arriba sentada en una turbina. Su persistencia la tiene hoy en la oficina principal del búnker de Benjamín Franklin. No es una advenediza. Es alguien de casa. No pierdan de vista este dato: Barrales llegó al PRD invitada por López Obrador, quien quedó impresionado, como muchos, por el trabajo de Alejandra al frente del sindicato de sobrecargos. El tabasqueño le vio madera. No se equivocó. La nueva dirigente se distanció de Marcelo Ebrard durante el proceso para elegir al jefe de Gobierno para la elección del 2012. Ella y Mancera levantaron la mano, pero Ebrard sólo tenía ojos para Mario Delgado, su secretario de Educación.
¿Alejandra Barrales acercará al PRD a la derecha o buscará un reencuentro con Morena? El PAN le ofreció al sol azteca la oportunidad de sobrevivir cuando su existencia estaba en entredicho. Con Morena se abre la posibilidad de ganar la Presidencia para la izquierda. Alguna vez me tocó escucharla ponderar la inteligencia de Martí Batres, de manera que los de Morena tienen una oportunidad real. Ya veremos quién logra, en los próximos meses, juntar más puntos en la gráfica en la que Alejandra apunta los méritos de sus pretendientes… políticos.

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