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Pueblos Mágicos, conjuro del nuevo turismo


La magia tiene una sala de máquinas. En el caso del programa Pueblos Mágicos, uno de los más exitosos de la Secretaría de Turismo, esa sala se encuentra en la Dirección General de Gestión de Destinos, a cargo del maestro José Ángel Díaz Rebolledo, quien tiene su propia dotación de conjuros, con términos extraños como reingeniería, institucionalización, planeación, que ya en el escenario se transforman en un conjunto de localidades cuyo encanto las ha convertido, como por hechizo, pero en realidad como fruto del trabajo, en destinos turísticos que atraen visitantes nacionales y extranjeros, para beneficio de sus habitantes.

El programa surgió al inicio del gobierno de Vicente Fox como una alternativa, una opción, a los destinos de sol y playa ya consolidados. Parte de la certeza de que la columna vertebral de nuestra oferta turística es una cultura milenaria como no hay otra, sin exagerar, en el Hemisferio Occidental. Su éxito se explica por su continuidad. Ha resistido varios cambios de titulares en la Secretaría de Turismo e incluso de partidos diferentes en el gobierno federal.

La primera localidad en obtener el nombramiento fue Huasca de Ocampo, en Hidalgo. En la actualidad hay 111  poblaciones en el programa. Es importante señalar que está abierta la Convocatoria 2017 para recibir solicitudes de lugares que tengan interés en ser parte del Programa. Los detalles están en la página Web de la dependencia. La Convocatoria fue el eje de la charla que Crónica sostuvo con Díaz Rebolledo.

El presente gobierno al asumir su responsabilidad evaluó el programa. Detectó  fortalezas y debilidades. Reconoció que se trata de una marca reconocida, que da prestigio, pero que encaraba un desgaste en la oferta y una confusión imperante en los criterios de selección que se prestaban a toda clase de decisiones tomadas a la luz de circunstancias políticas, pero sin un plan rector. En el caos es difícil avanzar porque no se detectan los errores. Establecer un principio de orden da claridad en los objetivos y permite evaluaciones constantes de lo hecho pone al descubierto lo que falta por hacer.

Esa fue la tarea del maestro Díaz Rebolledo quien se ha mantenido en el cargo en las gestiones de Claudia Ruiz Massieu y Enrique de la Madrid Cordero. Formado en el sector financiero, lo primero que hizo Díaz Rebolledo al asumir la conducción del programa fue someterlo a un profundo ejercicio de reingeniería. Estableció nuevas interacciones a lo largo del proceso para lograr mejoras significativas en la capacidad de gestión y darle un mayor margen de competitividad e innovación.

La reingeniería tiene en la Convocatoria 2017, diseñada por el equipo de Díaz Rebolledo, una dura prueba. Contiene por cierto la definición operativa de Pueblo Mágico como localidad que a través del tiempo ha conservado, valorado y definido su herencia histórica, cultural y natural y la manifiestan en diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible. Son localidades que poseen atributos singulares que le permiten diferenciarse y ofrecer a los viajeros experiencias inolvidables.

También establece de forma clara, sin espacio para la duda, cuáles son los documentos que se tienen que presentar al momento de inscribirse y que su solicitud sea tomada en cuenta. Todos los aspirantes están sujetos a los mismos requisitos, con lo que se profesionaliza la decisión y evita que el factor político predomine. Por  su puesto el cabildeo  persiste,  pero  a partir  de un piso parejo, lo que  supone un avance  sustantivo.

Como quedó dicho hay 111 Pueblos Mágicos. ¿Cuántos más se sumarán a la lista, hay un límite? El director general de Gestión de Destinos responde que más que el número, importa que sean parte del programa los destinos que lo merezcan.

El programa atrae beneficios tangibles en el corto plazo como respaldo financiero, ayuda de diversas dependencias federales como la CFE, Conagua, Semarnap, Economía, Comunicaciones, Ordenamiento Urbano, entre otras, pues el éxito del turismo es resultado de un trabajo transversal. El  destino seleccionado recibe capacitación, y la autorización de hacer uso de una marca exitosa, cuyo  impacto positivo  está  documentado. Es importante señalar que los ciudadanos, comenzando por los prestadores de servicios organizados en comités, tienen voz y voto para decidir en qué se emplean los recursos. Es pertinente que así sea porque conocen mejor las necesidades del lugar.  Funcionarios como los alcaldes son  aves  de paso, los  ciudadanos  se  quedan.

El crecimiento y consolidación del Programa quedó demostrada con la realización de la Cuarta Feria Nacional de Pueblos Mágicos que se llevó a cabo con éxito en Monterrey, Nuevo León, y que ya se ha convertido en uno de los eventos centrales de la agenda turística nacional. Varios países se han acercado a la Sectur para conocer el Programa, su mecánica operativa, para replicarlos en su territorio e incluso para construir alianzas.

El turismo no es un fin, es un medio. “Mi misión como servidor público es buscar que a la gente le vaya mejor, en este caso a través de una herramienta poderosa como es el turismo”, dijo que Díaz Rebolledo al enviado de Crónica desde la  sala  de máquinas  del Programa  Pueblos  Mágicos.  Ahí  se  ratifica algo  que ningún prestador de  servicios  puede soslayar: la magia es de quien la trabaja.