Mañana arranca el nuevo ciclo escolar. Es un día especial para cientos de miles de familias mexicanas. Este domingo todavía se realizan las compras de última hora de útiles escolares. Las ilusiones se reciclan. Las expectativas se renuevan. Una cosa es indiscutible. Los padres de familia le siguen apostando a la educación como la mejor opción que tendrán sus hijos para salir adelante en la vida. La educación cumple así entre nosotros una función estabilizadora. Es un obstáculo para aventuras políticas pues la gente, incluso la más pobre, conserva la ilusión de que gracias a la escuela sus hijos vivirán mejor que ellos. En muchos casos es una realidad, en otros, por desgracia, no. Pertenezco a una generación para la cual la educación universitaria era una garantía para dar un paso adelante en el bienestar, en la calidad de vida, que habían tenido padres y abuelos.
Aterrizar la reforma.- El comienzo del ciclo 2015 - 2016 escolar es particularmente importante porque supone la posibilidad de que la reforma educativa comience a tomar tierra. Se instrumente en los hechos. Hasta el momento, la reforma ha puesto énfasis en aspectos vinculados a la relación laboral de los maestros con su patrón, o sea el Estado mexicano. La idea es que el Estado recupere el control de las carreras de los maestros, control que cedió a las cúpulas empresariales, tanto del SNTE como de la CNTE, con la esperanza, que a las postres resultaría fallida, de que los dirigentes controlaran a sus seguidores a cambio de ganancias políticas y económicas.
En el caso de la Coordinadora el acuerdo fracasó porque los líderes tienen una agenda política contraria al sistema al que decidieron extorsionar, exprimir, al parecer con éxito. En Oaxaca, por ejemplo, se llegó al extremo alucinante de que el Instituto de Educación se entregó en charola de plata a la Sección 22 que así se convirtió al mismo tiempo en empleador y empleado, en patrón y trabajador. Una irregularidad atroz que le dio a la Sección 22 una inusitada fuerza política y dejó a los tres órdenes de gobierno mirando. Viendo con los brazos cruzados cómo se perpetraban toda clase de abusos. Por años nada se hizo. El pánico paralizaba a los funcionarios que prefirieron voltear para otro lado y dejar a su suerte a los niños de la entidad.
Golpe de timón.- Esa actitud terminó. El rescate del Instituto de Educación del Estado de Oaxaca cambió de tajo las reglas del juego. Los maestros ya no podrán cobrar sin trabajar. No podrán ir a plantones y abandonar a sus alumnos, cobrar sus quincena s y premios por su activismo. El gobierno dijo: ¡Basta! Pronto sabremos si lo dijo en serio o fue una frase pensando en las primeras planas de los diarios. Están acantonadas en Oaxaca fuerzas federales, miles de ellos, bien pertrechados, que tienen la encomienda de asegurarse que mañana arranquen las clases en todas las escuelas de la entidad y que los activistas de la CNTE, en su papel de vándalos, no hagan de las suyas.
Es probable que en los próximos meses se haga énfasis en la parte meramente educativa de la reforma. Hay que demandar que todos los planteles estén en condiciones dignas para operar. Es cierto: el primer día de clases es un día muy importante para cientos de miles de familias mexicanas, entre ellas tal vez esté la del amable lector de estas líneas, ¿cuáles son sus expectativas? ¿Mantiene la esperanza en la educación como vía privilegiada de movilidad social de sus hijos?
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