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Instrucciones para abuchear a AMLO



Imaginemos lo siguiente.

En la próxima gira de trabajo de López Obrador a un estado de la república gobernado por la oposición, el mandatario local organiza a un grupo de reventadores, les da instrucciones y gratificaciones, para que cuando empiece a hablar el Presidente se arranquen con un abucheo y  una silbatina de pronóstico reservado.

Todo está listo. Antes de llegar a la plaza pública el Presidente se detiene a tomar un agua de coco para refrescarse, mientras hay fotógrafos no usa popote, cuando los reporteros gráficos se alejan pide uno porque tomar el agua directo del coco es, hay que reconocerlo, muy complicado.

Llega de buen humor, listo para otra tarde triunfal anunciando nuevas entregas de dinero para todos, sin intermediaros, del gobierno al bolsillo y quien piense que está creando una clientela política que ni el PRI en sus peores tiempos que se atenga a su mala conciencia. Cuando AMLO arranca con su discurso los abucheos estallan y le impiden continuar. Por un momento reina del desconcierto. La gente se mofa de su modo de hablar y de sus propuestas de darle dinero a las tortugas y todo lo que sale en los memes.

El Presidente, que es de mecha corta, acaso aguante vara un par de minutos, pero después empieza a despotricar, a decir que la mafia del poder lo embosca y que puso a la rechifla en el orden del día del evento. Esto es parte del protocolo del acto, díganme cuanto más durará para seguir adelante.

En el momento más álgido de los abucheos, el gobernador se levanta de su lugar, le da una palmadita al Presidente, le levanta la mano y le pide, entre bonachón y conciliador, a la gente que ya no chifle que el Presidente, así como lo ven, tiene espíritu de colaboración, que la campaña política quedó atrás y que ahora todos deben trabajar en equipo.

¿Se lo imaginaron? Desde luego es inadmisible y eso, pero al revés, es lo que ha estado ocurriendo en las giras de AMLO, sólo que los abucheados son a los gobernadores y el Presidente es el que calma los ánimos y muestra su corazón de oro para que la gente, su gente, no haga cachitos al mandatario estatal. Se ha repetido tantas veces que los gobernadores ya no están dispuestos a dejar pasar una más.

Lo que más molesta es la reacción de los morenistas, comenzando por el Presidente que ponen cara de “yo no fui” o que se indignan, como Dolores Padierna, de que alguien pueda imaginar que ellos hacen cochinadas, cuando por años ha sido su modus operandi. Lo que se busca, y esto es lo importante,  es intimidar, dividir, lacerar el federalismo y mandar el mensaje siniestro pero obvio de que “ya ves lo que te puedo hacer si no te alineas”. Si no quieres una revuelta, flojito y cooperando. Eso.

Cuarta sección. Es un verdadero alivio para todos, comenzando por el Ejército y por la Jefa de Gobierno de la CDMX, que el gobierno federal haya rectificado su disparatado plan de construir un complejo inmobiliario fifí en los terrenos que el instituto armado tiene en Santa Fe. El Presidente le encarga a soldados y marinos tareas que no les competen. No le dicen que no, al menos en público, porque los mandos son disciplinados, pero ver a los soldados de trabajadores de la construcción era una insensatez y una falta de respeto. Bienvenida la corrección.

 

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