Caso Ayotzinapa.- La 4T arranca el proceso para construir su propia versión de la noche triste de Iguala del 26 de septiembre del 2014. Contará con el apoyo del grupo de expertos fichados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que ya estuvo aquí el sexenio pasado y que, en efecto, apuntan hacia un lugar diferente al elegido por la PGR desde tiempos del hidalguense Jesús Murillo Karam que, como sabemos, se cansó rápido y tiró la toalla.
Los expertos internacionales se guían por el lema de “más vale paso que dure y no trote que canse”, de manera que están frescos para regresar al país y hacernos el favor de decirnos qué diablos ocurrió y por qué la verdad histórica de Murillo es falsa.
En síntesis, la verdad histórica parte de que en el 2014 existía en Iguala un contubernio probado entre las autoridades municipales, el alcalde, su esposa y la policía local con la banda criminal denominada Guerreros Unidos, uno de los grupos que se creó después de la ejecución del jefe de jefes, Beltrán Leyva. Este grupo, hablo de los Guerreros, pelea a sangre y fuego el control del trasiego de drogas en la región con Los Rojos, que son fuertes en Chilpancingo.
El 26 de septiembre, un grupo de normalistas de Ayotzinapa irrumpió en Iguala buscando autobuses para “secuestrarlos” y llevarlos a la Ciudad de México para el aniversario del 2 de octubre. La policía municipal interpretó la irrupción como un ataque de Los Rojos, de modo que detuvo a los normalistas y se los entregó a sus socios los Guerreros Unidos quienes los habrían asesinado.
Los cuerpos habrían sido trasladados al basurero de Cocula, quemados hasta reducirlos a ceniza, la cual se colocó en bolsas de plástico negro, de las que se usan para la basura. Las bolsas fueron arrojadas a un río, de modo que los restos no podrán recuperarse jamás. El grupo de expertos sostiene que no hubo tal incendio en Cocula, de modo que los restos de los normalistas están en otro lado, y podrían aparecer.
La presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Esmeralda Arosemena, precisó que regresarán a nuestro país cuatro de los cinco expertos, integrantes de lo que fue el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). Añadió, para que nadie se sorprenda, que se debe dejar atrás la llamada “verdad histórica”, y debe abrirse paso a una nueva narrativa: “la mal llamada verdad histórica está descartada”.
Las condiciones que hicieron posible la desaparición y probable asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa siguen vigentes. No se han desmontado. Un episodio similar puede ocurrir en cualquier momento. El entorno es prácticamente el mismo. Una región del país con una fragilidad institucional que parece irreversible. Sembradíos de amapola y mariguana de todos los tamaños, chicos, medianos, gigantes. Tráfico ilegal de minerales. Multitud de grupos armados, desde resabios guerrilleros, gavillas, cárteles, guardias blancas, fuerzas federales y además algo que los medios suelen pasar de largo: presencia de agencias de Inteligencia foráneas que suelen sobrevolar la zona de cultivos. Por algo será.
La pregunta es qué tipo de verdad dejará satisfechos a los padres de los normalistas. Hay un elemento que hará la diferencia: encontrar o no restos de alguno de los jóvenes. Sólo eso cerraría el caso. De otro modo quedará abierto, sin solución, por tiempo indefinido.