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Mundo millennial



En su papel de abuelo iracundo, de esos que sueltan bastonazos a la menor provocación o sin ella, el periodista y empresario español avecindado en México, Antonio Novalón, publicó un artículo en el que tundió a los millennials. El texto dio lugar a una cierta polémica que se desarrolló sobre todo en las redes sociales en las cuales, en revancha instantánea, los aludidos tundieron a Novalón, usualmente atinado pero que en ocasiones, como todos, patina.

Romper lanzas contra la generación más joven es un gesto suicida; se trata del contingente humano que está llamado a desplazarnos del poder, a quitarnos el protagonismo, a tomar nuestro lugar. El mundo será millennial o no será. En poco tiempo, digamos una década, ellos se habrán consolidado mientras que nosotros, los adultos mayores, nos dedicaremos a recoger el tiradero tratando de pasar, aunque sea de panzazo, el juicio final en éste o en otro mundo.

Parte del problema de la nueva brecha generacional es precisamente eso, los millennials no están dispuestos a levantar nuestro tiradero. Les estamos heredando un mundo peligroso, injusto, sucio, aburrido, inmerso en una profunda crisis de liderazgo con tipos como Trump o Putin al frente de las naciones más poderosas del planeta. Todavía hay quien se siente con autoridad de molestarse porque los muchachos no son como él quiere que sean.

Los millennials no vienen de un planeta lejano. Son terrícolas. Los criamos nosotros en el cuarto de al lado, a veces en el mismo cuarto. Tal parece que ellos nos conocen más a nosotros que nosotros a ellos. No quieren ser como sus padres. ¿Se les puede culpar? Quieren vivir su vida de una manera distinta, como lo han hecho, me parece, otras generaciones, incluso la nuestra. Ante las evidencias irrefutables de que el modelo de matrimonio vigente colapsó, quieren vivir su vida en pareja de otra manera. Están abriendo brechas, adentrándose en terrenos desconocidos con una única certeza: no quieren el matrimonio de sus padres. Claro que se dejan llevar por los vientos del enamoramiento que los sube y baja y los marea, pero no tanto para decir mañana me caso hasta que la muerte nos separe.

No quiere decir que, absteniéndose de los sacramentos o multiplicando sus parejas, serán felices, eso es una quimera que se escurre entre los dedos, pero se divierten más en la búsqueda y sobre todo no están haciendo una representación, una obra teatral. Que busquen el amor en las redes les multiplica oportunidades y les ahorra tiempo para pasar de las palabras a los lechos. Es para envidiarlos, no para culparlos.

Tampoco quieren ni pueden repetir el tipo de relación que nosotros tuvimos, tenemos, con el Estado, ya sea trabajando para él o exigiéndole rentas a través del chantaje político y al final del camino viviendo de las pensiones. Eso terminó. Nadie sabe qué pasará con los chicos que hoy tienen 30 años cuando cumplan 60 sin la red protectora del Estado.

Los millennials son mejores que nosotros en muchos aspectos. Son mucho más tolerantes. Asumen la diversidad con naturalidad. Están buscando formas de respetarse, incluso hablar sin avasallar al interlocutor. No están atrapados en la red de valores crueles, a veces sanguinarios, que nos aprisionó a nosotros. No están dispuestos a hacer cosas que no les gustan.

El adulto mayor que no tenga un amigo o amiga millennial, que se lo consiga. Yo lo hice y aprendo mucho.


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@soycamachojuan

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