Todas las hipótesis están abiertas. Que por el momento no se vea la mano del crimen organizado no disminuye el horror. Una cosa es clara, con notas como éstas asustamos al mundo. Acapulco no recuperará jamás el glamour perdido. Está en vías de convertirse en un paraíso zombi.
Abruma la capacidad de Acapulco para generar noticias macabras. Un día tras otro la principal nota roja del país emana del puerto del Pacífico que por un lado se empeña en reposicionarse como destino turístico seguro para las familias mexicanas y uno que otro despistado turista internacional, y por el otro lado se perfila como un paraíso zombi, donde la muerte, en todas sus manifestaciones, tiene permiso. Nadie puede permanecer indiferente ante la nota de ayer, me refiero a la de los 60 cuerpos encontrados en un crematorio abandonado ubicado en las inmediaciones de Puerto Marqués.
Es un dato abominable, propio de la mente más retorcida de películas Gore. Ya tuvo impacto en la prensa internacional, lo que complica todavía más los trabajos para intentar reposicionar la imagen del puerto a nivel internacional. No hay que olvidar que será sede, dentro de un par de meses, del Tianguis Turístico México, el principal evento de calendario turístico en el país. La cuesta arriba del puerto será muy empinada. Parece, por momentos, una misión imposible. En la nota del diario español El País se hace notar “la terrible sangre fría con que se trata estos hechos en México”, lo que supone un torpedo más para la imagen de la que ya es la ciudad más violenta de México y uno de los sitios más peligrosos del mundo. Esto no es la mejor carta de presentación para un destino turístico.
Se dice esta vez que los cuerpos encontrados no corresponden a víctimas de la lucha entre bandas del crimen organizado, sino que pudo ser un fraude de una agencia contratada para cremar cuerpos que cobró por un trabajo que no hizo, sino que tiró los cuerpos y se fue con su dinero a otro lado. ¿Cómo pueden ocurrir cosas así? La descomposición del tejido social en esa comunidad alcanza grados intolerables. Abochorna saber que el ex alcalde de Acapulco pretenda ser el próximo gobernador del estado, como si hubiera hecho un buen trabajo, cuando en realidad la comunidad está completamente a la deriva. Todas las hipótesis están abiertas. Que por el momento no se vea la mano del crimen organizado no disminuye el horror. Una cosa es clara, con notas como éstas asustamos al mundo. Acapulco no recuperará jamás el glamour perdido. Está en vías de convertirse en un paraíso zombi.
¿Qué se puede hacer? Rehacer las instituciones encargadas de procurar e impartir justicia no sólo en Acapulco sino en todo el estado de Guerrero. Tal parece, por lo visto en el último semestre, que hay que comenzar desde cero. La ausencia de mando es evidente. La supervisión inexistente. Los gobiernos estatal y municipal se han quedado absolutamente cortos. Es muy desalentador que ante el caso Ayotzinapa, y la demanda de los familiares de los normalistas de buscar a los desaparecidos en los crematorias de la zona, que ese crematorio abandonado no haya sido ni siquiera revisado.
La policía no llegó ahí por una investigación sino porque los vecinos ya no soportaban el fétido olor que despedía el inmueble. Acapulco fue por décadas un manantial de buenas noticias, de experiencias inolvidables para varias generaciones de México. ¿Cómo fue que lo perdimos? ¿En qué momento la corrupción se apoderó de la bahía y comenzó un proceso de degradación que la tiene convertida en una mala película de terror?