El autodestape de Margarita Zavala, ex primera dama, como aspirante a la candidatura presidencial del PAN para el 2018 jaló la cobija que cubría a los aspirantes del blanquiazul con posibilidades reales de ser candidatos, me refiero a los gobernadores de Puebla, Rafael Moreno Valle, y el de Guanajuato, Miguel Márquez. De hecho, mientras Margarita comenzaba a recorrer los medios de comunicación en calidad de precandidata, Moreno Valle hacía política sustantiva, en corto. Invitó a comer a Casa Puebla a los candidatos panistas ganadores de las elecciones en Querétaro, Pancho Domínguez, y de Baja California Sur, Carlos Mendoza.
Fue un gesto de muy oportuna cortesía al que se sumaron, tome usted nota, Roberto Gil y Javier Lozano, hasta hace poco calderonistas rabiosos que ya se pusieron otra camiseta. El baterista Max Cortázar también se formó, más temprano, en la ventanilla poblana. En las pocas fotos que circularon del evento, todos de saco, pero sin corbata como muy casuales, también se ve a Ricardo Anaya, el tirador más aventajado a la presidencia del PAN que hace intentos claros de desmarcarse de Gustavo Madero. Aquellos que supongan que la comida tuvo como objetivo principal deleitarse con la alucinante gastronomía poblana, que siga disfrutando de la dicha de la ingenuidad.
De modo que los grupos se van perfilando. De hecho Lozano, que para más señas es poblano, dijo que Moreno está listo para competir. Al momento de escribir estas líneas, Moreno Valle realiza una gira europea que ya lo llevó a Francia, Italia y Alemania, donde participó en el Foro Industrial de Wolfsburgo que reúne a los proveedores mundiales de Volkswagen. En Puebla, no hay que perderlo de vista, hay 160 plantas de VW y Audi.
El modelo Peña
Moreno Valle y los suyos caminan sobre un esquema que probó con éxito el grupo mexiquense que llevó a la presidencia a Enrique Peña, pero con un déficit, al poblano le falta reconocimiento a nivel nacional. Hace seis años todo mundo sabía que Peña quería y, lo que es más importante, quería. Llegar a la campaña sin un alto nivel de identificación nacional sería un obstáculo difícil de salvar. Se dice que el gobernador ya gastó mucho en promover su imagen personal. Bueno, pues tiene que seguir haciéndolo, pero ahora con un claro enfoque hacia el 2018.
¿Qué sabemos de su perfil? Tiene una sólida formación académica, con blasones que pudiera presumir, llegado el momento, obtenidos en universidades de relumbrón internacional. Es nieto de un general revolucionario del mismo nombre que también fue gobernador de Puebla en tiempos del partido hegemónico, casi único. Como era obligado, se formó en el priismo más tradicional y escaló posiciones relevantes. Se le conectó, en su ascenso, con la profesora Gordillo. A la hora buena, como muchos otros, tuvo una revelación: lo suyo, lo suyo no era el tricolor. Entonces, en el 2010, forjó una alianza electoral ganadora en la que estaba el PAN, su partido adoptivo, pero también el PRD, aunque a veces hace como que no se acuerda, y también Movimiento Ciudadano y Panal. La alianza se llamó Compromiso por Puebla. Ganó por amplio margen al PRI en el 2010.
El PRI, que compitió allá también de la mano del Partido Verde, no pudo con Rafael Moreno, pero sobre todo no pudo con el lamentable, incluso a nivel de vergüenza nacional, legado de Mario Marín, llamado con sorna de “góber precioso”. Su llamada telefónica con Kamel Nacif forma parte de la historia nacional de la infamia. De manera que Moreno aprovechó la coyuntura y ganó.
La ventaja de Margarita es que casi todo mundo la conoce y puede tomar una ventaja en los sondeos. Pero el plan “A” del PAN es Rafael Moreno, y el “B”, Miguel Márquez. Lo importante es que los poblanos crean que su gobernador puede tener alcance nacional. ¿Lo creen?
@juan_asai