La comunidad turística está volcada en el Zoom. Alienta ver todos los días un elenco interesante en los encuentros digitales en todos los segmentos de la industria de viajes. Eso quiere decir que la comunidad está lista para irse con toda una vez que el semáforo esté en verde y hacia fin de año cuando se encuentre una medicina o se distribuya la vacuna para tratar el Covid-19. Se habla sobre cambios inminentes algunos diametrales que están construyendo una nueva industria, una diferente a la de antes de la epidemia.
La verdad eso del gran cambio está por verse. Si creo en los filtros sanitarios y en el gel las primeras semanas, pero la verdad no creo que pasen de ahí. El único gran cambio en la industria turística en México es que hubiera voluntad política para hacer desde el gobierno que el turismo sea una actividad prioritaria, realmente prioritaria y eso no pasará este sexenio en México al menos a nivel federal.
Está claro y casi podríamos dar por terminada esa conversación que el presidente no tiene ni tendrá especial interés en la actividad turística. De modo que como pasa en otra área del quehacer nacional el Plan B para que el turismo tenga apoyo político son los gobernadores, comenzando con los de oposición.
Hay estados cuya economía depende mucho del turismo y que no pueden estar esperando hasta que salga algún gesto solidario de Palacio de Nacional. No solamente destinos prósperos como los de Quintana Roo o los de Baja California Sur, sino también de estados como Guerrero, Oaxaca e incluso Morelos que necesitan dar ese apoyo político con intensidad, en forma de presupuesto claro, pero no solo eso, sino en tratamiento fiscal, en sincronización de esfuerzos.
El turismo es una actividad que da respuestas generosas en corto plazo. Es ponerle dinero bueno en tierra fértil. Una buena campaña de promoción puede ver resultados en un semestre que es justo lo que se requiere en estos momentos. Resultados rápidos.
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