Hace dos años , el 19 de septiembre, esperé y escuché con mucha atención el sonido de las alarmas sísmicas como parte del megasimulacro organizado por el gobierno capitalino para recordar el sismo del 85. Desde mi casa se escuchó fuerte y claro. Pensé que llegado el momento tendría tiempo de sobra para salir de mi casa y esperar el embate del temblor en la calle, sin mayor problema. Eso pensé.
Ese día, el Comité Editorial de Crónica, del que formo parte, tendría una comida de trabajo con el entonces titular de la Función Pública, de modo que me preparé. Cerca de la una de la tarde ya estaba a punto de tomar el metro en Ermita para llegar al lugar de la comida. De lo que ocurrió después ya en el Metro escribí ese día el siguiente relato:
El tren estaba detenido en la estación Zapata de la Línea 12 del Metro, de modo que los pasajeros pudimos apreciar con claridad, durante un par de segundos, el movimiento trepidatorio del sismo. Otro sismo de 19 de septiembre. El piso del vagón subía y bajaba en relación al piso fijo del andén.
¡Está temblando! Comenzaron los primeros gritos. Mientras empezamos a salir del tren, se fue la luz. En la densa oscuridad, las luces de los celulares ayudaron muchísimo. Era una larga procesión pidiendo posada, pero en lugar de velas, los peregrinos, apurados, llevaban celulares. No escuché la alarma, o no lo recuerdo. Sí escuché voces ordenando: ¡Péguense a la pared! pero cuál pared si no se veía nada.
Esa estación tiene muchas escaleras. Tal vez no sean tantas, pero a mí me pareció que eran muchísimas. Poco a poco subimos. Yo seguía percibiendo la sensación del movimiento. La gente a mi alrededor caminó rápido, pero nadie cerca de mí corrió ni gritó, ni empujó. Me parece que ése es el gran logro de la Protección Civil: la gente no entra tan fácilmente en pánico. Los chilangos son curiosos.
Suena a lugar común, lo es, pero fue literalmente la luz al final del túnel. Me encantó ver el sol. Fue un sismo fuerte y sorpresivo, no avisó. No hubo manera de poner a funcionar los protocolos. La verdad, y me sorprendo ahora que lo escribo, es que no me asusté. Se apoderó de mí un sentimiento de desaliento. ¿Qué puedes hacer durante un sismo en el inframundo? Ahí casi nada depende de ti. No tienes más que seguir la fila de celulares y esperar que todo pase rápido.
Ante un golpe de la naturaleza que no te da tiempo de nada, aprecié mucho los 60 segundos que suele dar la alerta sísmica cuando el epicentro del temblor es en el Pacífico. En un minuto se pueden hacer muchas cosas. Pero si la chicharra suena después de que empieza el movimiento, las oportunidades se reducen a su mínima expresión. Afuera en Zapata, cerca del Hospital 20 de Noviembre, rumbo a Insurgentes, reinó el caos durante varios minutos. Yo estuve varios minutos pensando qué hacer. ¿Ir a la Redacción? ¿Regresar a la casa? En lo que decidía me compré una paleta de fresa. Qué suerte poder saborearla.
Lo que ocurrió después todos los recordamos. Salió a relucir, como en otras ocasiones, lo mejor y lo peor de nuestra comunidad. Como por aquel entonces iba con frecuencia a Tulyehualco he sido testigo de las penurias de la gente de esa zona de Xochimilco. Durante meses, la única celebridad que brindó ayuda de manera concreta fue…Paris Hilton.
[email protected]
Twitter: @soycamachojuan