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El dedo flamígero de Bartlett



AMLO le dio chamba a Manuel Bartlett de golpeador político. Es su porro. Tiene experiencia.

Manuel Bartlett está vinculado con varios de los episodios más oscuros del quehacer político nacional. Por mucho menos que eso, en un país serio, estaría en el ostracismo, en el exilio, o de plano detenido. No exagero.

Su nombre está relacionado con la caída del sistema en la elección presidencial de 1988, cuando Carlos Salinas le ganó a Cuauhtémoc Cárdenas y Bartlett era secretario de Gobernación y máxima autoridad electoral del país. Años después dijo que esa elección la ganó Cárdenas. Tal vez sí. ¿Qué hizo Bartlett? No denunció el fraude y en cambio aceptó puestos jugosos en el gabinete presidencial y en Puebla.

También se le mencionó en la investigación del asesinato del periodista Manuel Buendía, autor de la columna Red Privada. A Buendía lo mandó matar José Antonio Zorrilla, que era empleado directo de Bartlett. El periodista Granados Chapa dejó testimonios de lo que fue la participación del entonces titular de Gobernación. Fue el inicio de la narcopolítica en el país.

De igual forma, se le pidieron explicaciones por los asesinatos de Ovando y Gil, del Frente Democrático Nacional. Ya con la 4T encima de nosotros, el apellido Bartlett apareció en la queja de la familia Clouthier. El hijo de Maquío no se anduvo por las ramas y detalló el agandallamiento de Bartlett en contra del político sinaloense que murió en un accidente de auto muy extraño. “Bartlett reprimió a mi padre”, dijo. La familia no se lo perdona. Hasta la señora Tatiana, que fue coordinadora de la campaña de AMLO, deslizó un “había mejores opciones” cuando se conoció que Bartlett sería director general de la CFE.

Escribí en este espacio que el día que se enteró que no sería candidato presidencial del PRI, partido del que llegó a ser secretario general, Manuel Bartlett comenzó a distanciarse del régimen que lo encumbró en la pirámide del poder, pero que no le abrió la puerta de Los Pinos. No lo podía creer. Creo que todavía no puede creerlo. Se sintió víctima de un complot. Comenzó a repartir reproches. Estaba seguro de que hubo mano negra. Su rivalidad con Carlos Salinas, quien le ganó la candidatura, se convirtió en obsesión.

Al tanto de todo lo anterior, Andrés Manuel López Obrador pensó que Bartlett era el personaje idóneo para señalar a servidores públicos que con prácticas inmorales ayudaron al colapso de la CFE. ¿Qué autoridad moral puede tener? Este texto no se trata de si los señalados tienen responsabilidad o no. Se trata de que es inadmisible que se les lance a la hoguera de la opinión pública, para que los medios los quemen en leña verde, sin levantarles cargos. Si AMLO y Bartlett tienen una causa sólida que acudan a los tribunales. ¡Son el Poder Ejecutivo Federal! No editan un pasquín de oposición, no son activistas de la CNTE.

Los señalados ya comenzaron a responder, no están mancos, pero el palo dado ya no se los quita nadie. Son la nueva camada de villanos de la 4T. Si esas personas cometieron un delito que la Fiscalía General, a cargo del carnal Gertz, ponga manos a la obra, pero acusar porque les caen mal no puede tolerarse.

La hoguera de las conferencias matutinas constituye la nueva inquisición política de una nación que asiste, atónita, al crecimiento de un poder que está desmontando el andamiaje democrático del país.

 


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@soycamachojuan

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