Ese día, en el discurso con motivo de su protesta como presidente de la República, López Obrador puso a su antecesor, sentado a un par de metros de él, y en una transmisión nacional, como lazo de cochino. ¿Por qué no se defiende?
El exmandatario se pasaba la mano por la frente, apretaba la mandíbula, platicaba con Martí Batres y hacía como si el diluvio estuviera cayendo sobre una cabeza que no era la suya. No digo, para que no se crea que propongo interpelar al mandatario, como lo hizo en su momento Porfirio Muñoz Ledo que también anda por ahí, aunque en otra sintonía, interpelar, eso no, pero sí pudo, al final del evento, buscar a la prensa para hacer las precisiones necesarias.
También pudo haberlo hecho, pero no lo hizo, el PRI, cuya dirigencia nacional incurrió en una omisión que sus militantes no deben perdonarle. El PRI es ahora un partido de oposición, ¿cómo es que se queda callado y no se opone? ¿Por qué tolera el bullying? ¿De cuándo acá los priistas salieron masoquistas de la política? Los priistas pasaron de gandallas a sumisos. Muy raro.
La única respuesta posible es de pena ajena pero absolutamente cierta: Los priistas tienen pánico de que el tabasqueño los investigue, descubra irregularidades, cuando no francos delitos, y los meta a la cárcel. No se defienden porque prefieren aguantar vara antes que poner en riesgo su dinero y su libertad.
Resulta que el partido que estuvo en el poder poder no quiere meter las manos al fuego por lo hecho en los pasados seis años por su Presidente. La cuestión es que el PRI parece estar condenado a ser un convidado de piedra del quehacer político con tal de que sus dirigentes, enriquecidos de manera inexplicable, puedan disfrutar de su botín en santa paz.
Si el PRI pretende ser un partido de oposición relevante, con posibilidades reales de ganar algunas elecciones y perfilarse bien rumbo a la elección del 24, tiene que elegir dirigentes que no tengan cola que les pisen. ¿Podrá encontrarlos? No será fácil, pero tiene que hacer la lucha. Pero si se equivoca y se va con políticos que han construido fortunas colosales de manera mafiosa, pues quedará a expensas de lo que disponga el Presidente, de su buena voluntad, de sus intereses políticos.
Con las tecnologías actuales es relativamente sencillo detectar depósitos, movimientos, transferencias. Los paraísos fiscales se quedaron en el siglo XX. No hablo, que conste, de políticos pobres que sólo cargan con un billete de 200 pesos en su cartera, que muchas veces no les alcanza para pagar el taxi, y que no tienen ni tarjetas de crédito ni nada por el estilo. Me refiero a políticos con un modo de vida acorde con sus ingresos legítimos. Nada de anacoretas.
Va un consejo sin ganarle nada: El PRI debe tener en mente la siguiente receta: ¿Qué haría López Obrador si estuviera en nuestro lugar en la oposición? AMLO ya hubiera hecho trizas al nuevo gobierno que ha cometido errores grandes en muy poco tiempo. Lo haría sin temor porque no tiene cola que le pisen y ahí está el camino para el tricolor si quiere ser un partido relevante: seleccionar para dirigirlo gente limpia que no tenga temor de terminar en el bote. Si buscan por todos lados a esa gente y no la encuentran, pues entonces lo sensato será que vendan como terreno el viejo edificio de su sede nacional y se dediquen a otra cosa.
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