Cambiarse de casa es un trabajo de Hércules. Supone un gasto enorme de energía, tiempo y dinero. Cuando uno emprende esta operación, cae un cuenta de todos los tiliches que tiene, toda la ropa que hace meses no se pone y el desorden peligroso de libros y papeles, incluso los importantes. La pregunta obligada es: ¿Cómo podían caber tantas cosas en una casa tan pequeña?
Les sucede casi a todos. El Presidente Electo, que es un señor maduro que ha tenido puestos muy importantes en la política, es una de las excepciones que confirman la regla. Como a la hora buena decidió que siempre sí quiere vivir en Palacio Nacional, que contiene oficinas de la Secretaría de Hacienda y un museo dijo, para que la gente no se preocupe, que no le hará daño al inmueble pues sólo llevará un catre y una hamaca y en la cartera su mágico y rendidor billete de doscientos pesos.
De manera que no hay que preocuparse de nada. No será invasivo. Igual y usa parte de la actual oficina del presidente para colgar la hamaca y echarse una siestecita pues ha dicho que comenzará a trabajar desde las 6:30 de la mañana con los integrantes del Gabinete Seguridad, que igual le piden un cuartito en Palacio para no llegar tarde a las juntas. Claro que el presidente tiene derecho a vivir donde quiera y si el Palacio le gusta porque está bien ubicado, pues qué le vamos a hacer.
Dicen que hay todavía aposentos de los usados por Benito y Margarita, para tomar el café y una cama de latón para cuando se canse de la hamaca. Había dicho que viviría donde vive, allá por Tlalpan, mientras su hijo siguiera en la primaria, pero ya no quiere esperar. Acaso se deba a que por la nueva política de austeridad ya se le complique pagar la renta o los servicios, pues el agua, la luz y el gas han subido muchísimo. ¿El rinconcito donde cuelgue su hamaca tendrá un medidor aparte o pondrá un diablito y se colgará de la luz del Palacio, que gasta mucho en septiembre y diciembre por el alumbrado público especial?
Imagino que el inmueble debe tener serios problemas de humedad e incluso de plagas. Es viejísimo, comenzó a construirse en 1522 porque Hernán Cortés tampoco quería desplazarse lejos del centro ceremonial azteca. Sería bueno saber quién se encargará del aseo del rinconcito presidencial en Palacio. Por lo pronto las señoras del outsourcing no, porque esa figura ya va de salida. ¿ Cuánto le tienen que pagar a alguien que limpie las lámparas y los candelabros? Los techos son altísimos, se jugarían la vida. Eso sí el jetta blanco se podrá estacionar sin problemas e incluso de reversa. La hamaca será uno de los objetivos más preciados en los próximos años. Su uso se popularizó entre la gente de mar porque la hamaca, dicen los que saben, se mueve al mismo tiempo que el barco y esto reduce el riesgo de caerse y disminuye los mareos. En telares del istmo se fabrican las mejores hamacas de México. Puede usted apostar doble contra sencillo a que el Presidente Electo recibirá de navidad un montón de las mejores hamacas del país. Ojalá le den una que se doble fácilmente para que la puede meter en el equipaje de mano del avión, porque según se ve, pasará buena parte de su sexenio en cabinas de avión que aguarden su turno para despegar.
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