La versión de que el gobierno tiene el plan de desaparecer la Secretaría de Turismo se expandió porque cayó en terreno fértil por dos razones: la primera es que es obvio que el presidente López Obrador no está interesado en el tema del turismo y que incluso le molesta. El segundo motivo, y de mayor peso, es que no hace mucho otro presidente, nada menos que Felipe Calderón, propuso formalmente al Congreso de la Unión la desaparición de la Sectur, de modo que hay antecedentes claros. Calderón lo hizo en el año 2009, en el proyecto de paquete económico para el 2010.
La propuesta no prosperó, pero dejó en claro que muchos presidentes consideran a la Sectur un accesorio prescindible, sin reparar en el dato duro de que representa el casi el 9 por ciento del PIB y el principal empleador de mujeres y jóvenes, además de que los destinos son polos de desarrollo regional que hacen la diferencia entre la estabilidad o el estallido social en varias entidades, como Acapulco con Guerrero para no ir nada lejos.
En los primeros dos años de su sexenio, el presidente López Obrador se ha ensañado con la Sectur. La tiene reducida a su mínima expresión. No le cae el veinte de que puede ser la respuesta para recuperar rápido niveles de empleo y bienestar para la población. Es una miopía imperdonable. Calderón se arrepintió de su ocurrencia y terminó apoyando con todo a la actividad, pero AMLO no se arrepentirá nunca por la sencilla razón de que él asume que nunca se equivoca.
Claro está que lo importante no es que exista la dependencia, sino que la actividad sea considerada una prioridad para el gobierno, de modo que el movimiento general de la administración pública se sintonice para apoyar a los destinos, es así porque para la consolidación y crecimiento de un destino se requiere la participación de varias dependencias del gobierno federal. Dejar que la dependencia subsista no quiere decir que haya la intención de apoyar a la industria.
El secretario Miguel Torruco pasó de hacer más con menos, a hacer más con casi nada, a arréglate como puedas. Y se las ha arreglado prácticamente sin recursos. Es una verdadera pena. El turismo podría sacar muchas castañas del fuego porque es una actividad que da respuestas generosas en el corto plazo, en cuestión de meses. La pandemia ha forjado un escenario inusitado, pero a partir del próximo verano la gente volverá a viajar cada vez con más ganas. La competencia será feroz. México tiene todo para salir adelante, aunque le falta algo fundamental: la voluntad política del mandatario.