¿La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene vela en este entierro? Me refiero a la decisión de volver itinerante el Tianguis Turístico que durante más de tres décadas se realizó en el puerto de Acapulco. Es un evento relevante para la comunidad turística del país, pero no deja de ser un tianguis; esto es, un lugar en el que unas personas venden y otras compran. Lo que hace el tianguis, su esencia, son las operaciones de compra-venta, no las instalaciones ni si alrededor hay playas, edificios coloniales o modernos corporativos.
Desconozco si existe, como se dice por ahí, un decreto presidencial que dispone que el Tianguis se debe hacer en Acapulco a chaleco. Si es así, si existe el documento de marras, estamos ante un disparate monumental. La sede de un mercado debe ser el mejor sitio para los vendedores, pero sobre todo el lugar idóneo para congregar a gente con dinero y con ganas de gastarlo. La idea es hacer negocios, los más que se pueda, pues esos negocios se traducen en inversiones, las inversiones en empleos y los empleos, casi sobre decirlo, son antídoto contra la pobreza y la inestabilidad social.
Desde el principio resultó controvertida la decisión de sacar el Tianguis Turístico de Acapulco para montarlo en otro lado, yo mismo externé aquí mi recelo, pero convertir la decisión en un problema político y ahora transformarlo en conflicto judicial es francamente desmesurado. El alcalde del puerto, Manuel Añorve, todavía herido porque su primo le ganó la elección para gobernador del estado, y lo dejó en peligro de que se revisen sus cuentas con lupa, asume con éxito el papel de macho celoso: “Si el Tianguis no es mío, no será de nadie”. Si gana la controversia constitucional que interpuso ante la SCJN, comenzará la cuenta regresiva en la vida del Tianguis tal y como lo conocemos, alguien en la presente o en la próxima administración, la que arranca en diciembre del 2012, inventará otro evento que tenga el mismo objetivo pero diferente nombre y santo remedio. La acción promovida por Añorve tal vez lo beneficie personalmente, pero afecta a todos los demás.
La ley.- A los funcionarios del sector turístico del país en los tres niveles de gobierno y a los empresarios del ramo no les queda más remedio que respetar la ley, ni modo que no, y esperar a que la magistrada Olga Sánchez y sus colegas entren al fondo del asunto y resuelvan si se vale, o no, mover el Tianguis de lugar. ¿No tendrán los magistrados cosas más importantes en las cuáles invertir su valioso tiempo? Parece que no. Ojalá se apuren porque el tiempo es factor relevante en el éxito o fracaso del evento, que debe comenzar a organizarse con meses de anticipación. El proceso, suspendido por la Suprema, para elegir la nueva sede estaba en su etapa final, el de la pasarela, y la decisión se daría a conocer el día 15 de junio. Sin pleito judicial de por medio ya era una operación compleja, ahora es francamente de alto riesgo. Si termina bien será un milagro.
Agotada.- A la magistrada Olga Sánchez Cordero le urgen unas vacaciones, que se las tome, pero no en Acapulco porque es un destino muy peligroso. Se lo están disputando a sangre y fuego al menos dos cárteles. El tráfico de la Condesa es infernal, el centro de la ciudad se está cayendo, hay antreros y taxistas metidos en el narco y se dice que la policía local cobra en dos ventanillas. Mejor que la abogada aborde un crucero.