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PRD y PAN, bajo el gobierno de AMLO



El Partido de la Revolución Democrática está camino a convertirse en una de las franquicias políticas más rentables del país. Una vez que se conozcan los resultados de la elección del domingo se verá con absoluta claridad. Los integrantes de las tribus que conserven el control de lo que quede del partido, que no será mucho, vivirán tiempos de abundancia, apoyando a unos por aquí, a otros por allá, sin ningún reparo de tipo ideológico ni nada por el estilo, pero eso sí, negociando beneficios enormes repartidos entre pocos.

El que alguna vez fue un partido de izquierda que generaba expectativas de cambio real, el que impulsó en la Ciudad de México una agenda de derechos individuales notable, como el matrimonio igualitario o el derecho a elegir, hoy le echa porras a los candidatos de la derecha comenzando por Anaya. Los del PRD se pasaron de la raya y lo más extraño es que se les ve muy cómodos, como si nada. 

Lo más duro de digerir será perder el control del gobierno de la Ciudad de México que les ha dado para vivir muy bien varios lustros. No sólo lo perderán, sino que lo  harán ante Morena, que es de su propia familia, lo que todavía duele más. Desconozco en qué plan llegue Claudia Sheinbaum, pero sí se pone a revisar las cuentas con lupa, saldrá mucha pus. Toneladas. Los pleitos de familia suelen ser los más cruentos. Entre el PRD y Morena hay demasiadas cuentas pendientes de la CDMX. El PRD también perderá, por si fuera poco, Morelos y Tabasco. Conservará Michoacán, un estado importante donde el gobernador ya dijo que votará por José Antonio Meade. El PRD será en el futuro inmediato una franquicia, lista para negociar literalmente lo que sea.

El Partido Acción Nacional se tiene que reinventar. La obsesión de Ricardo Anaya de apoderarse de la candidatura presidencial no sólo tuvo consecuencias irreversibles de dimensión nacional, sino que ocasionó al interior del partido fracturas profundas que no se soldarán ni con yeso. Doy tres ejemplos, pero hay docenas. Margarita Zavala, ex primera dama del país, panista desde chamaca, se vio obligada a renunciar al partido por la camarilla que comanda Anaya, que conforma una especie de cártel de la política de nivel inferior, como el Cártel de Tláhuac, pequeño pero sanguinario. Anaya le cerró a Margarita todas las puertas, excepto la puerta de salida. Fue un rompimiento costoso. El presidente del Senado, Ernesto Cordero, presentó ante la PGR una denuncia penal en contra del candidato presidencial de su partido por lavado de dinero.

El dirigente del PAN en Jalisco pidió expulsar a Ricardo Anaya del partido por apoyar en este estado a los candidatos de MC, a pesar de que el PAN tiene sus propios candidatos a las mismas posiciones.

Los que fueron desplazados a la mala por Anaya, regresarán por sus fueros. Digo que fue a la mala, porque en el PAN no hubo proceso interno.  Anaya diseñó el Frente con el PRD para ser candidato presidencial y como reconoció su jefe de sicarios, Jorge Castañeda, “se chingó a todos”. Castañeda lo dijo en plan de alabanza, pero la ley del karma no admite excepciones y Anaya pagará todas. El que a hierro mata, a hierro muere.

A Ricardo se le olvida algo que es fundamental: Enrique Peña Nieto  seguirá siendo Presidente hasta el último día de noviembre, y él, Anaya, dejará de ser candidato presidencial el domingo en la noche. No se la va a acabar.

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@soycamachojuan

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