Morena puso en marcha la aplanadora en San Lázaro. Sin despeinarse, eliminó al Consejo de Promoción Turística de México. Juntó casi 300 votos para redactar el acta de defunción del CPTM. Fue, la verdad sea dicha, una sesión descuidada. Los voceros del partido mayoritario esgrimieron argumentos no sólo endebles sino falsos. Mostraron poco interés por la industria. Dominan la grilla pero de turismo no saben casi nada. Escuché decirles que el Consejo salía muy caro, cuando en realidad operaba con un presupuesto propio producto del pago de un derecho específico por parte de los turistas que llegan a nuestro país. En síntesis, el CPTM partió sin honores, con más pena que gloria.
En realidad murió por tres razones: 1) Representaba un enclave de poder antagónico al nuevo gobierno. 2) Tomaba decisiones sobre cantidades importantes de dinero en una franja de penumbra. 3) Los recursos con los que operaba se irán, a partir de ahora, a la bolsa para financiar la construcción del Tren Maya, que es una apuesta mayúscula de la Cuarta Transformación en materia de infraestructura. Más nos vale a todos que les salga bien, pero ésa es otra historia.
El derecho al pataleo es sagrado. Varias personas relevantes que están en contra de la medida lo hicieron valer en la prensa y en las redes sociales, pero palo dado ni Dios lo quita. Nada me cuesta reconocer que he emitido algunos comentarios injustos sobre el CPTM y la gente que ahí prestó sus servicios profesionales. Es cierto que por años en los niveles más altos hubo una operación mafiosa, pero también es verdad, y aquí lo subrayo, que había profesionales de alto nivel, especialistas en su ramo, con una hoja de servicios intachable, que pagaron por pecados que no cometieron. A varios de ellos los extrañaremos. Por sus destrezas encontrarán pronto acomodo en nuevas trincheras.
Pero el Consejo ya se fue y quien se la pase volteando para atrás se convertirá, como en el relato bíblico, en estatua de sal. La promoción no empezó con el Consejo y tiene que continuar si México quiere seguir siendo competitivo en el mercado global plagado de jugadores serios que pelean con un cuchillo entre los dientes. Hay que buscar un nuevo modelo de promoción para lo que resta del sexenio. La imaginación es la mejor aliada. Cada destino tiene una situación particular. No será extraño que estados con ingresos muy fuertes como Quintana Roo y Baja California Sur, que son potencias continentales, encuentren rápido un carril, pero hay otros que cuentan con pocos recursos y que se quedan cortos para competir.
Empresarios poderosos que ven engordar sus chequeras cada periodo vacacional querían esas ganancias más el apoyo directo o en especie del gobierno en materia de promoción. Extendían la mano y recibían el cheque. Tendrán que asumir parte del gasto de una actividad, como la promoción, que les permite estar todo el tiempo en las grandes ligas. El gobierno tiene algunas opciones que pueden dar frutos aunque no se han probado a nivel nacional, como la llamada Operación Toca Puertas que el equipo de Miguel Torruco llevó a cabo con éxito durante su paso por la Ciudad de México. Desde luego también está la cooperación de los consulados que requieren, eso sí, ayuda de especialistas, pues la promoción no es una materia sencilla que cualquier pueda realizar. Si el gobierno de AMLO logra borrar este año las alertas de viaje del gobierno gringo a varios destinos del país devolviéndoles la seguridad, habrá hecho una contribución valiosa.
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