Como lo diría un agente inmobiliario, en el 2006 los del PRI pasaron del Penthouse en la zona residencial más cara, al sótano de una vecindad en San Antonio Tomatlán.
Para nadie es una novedad: en el año 2000 el Partido Acción Nacional tuvo relativamente muy pocos votos en su favor. La mayoría de los sufragios para su final beneficio fueron en contra del PRI. Aunque esto parezca un juego de palabras, no lo es. Fox llegó a la Presidencia —como todos sabemos—, fundamentalmente, por la derrota de su adversario y muy poco por sus hasta entonces desconocidos méritos de gobierno. Sin los errores y horrores del PRI, acumulados en años y años de soberbia sin equilibrio ni contrapeso, el Partido Acción Nacional habría seguido en su romántica brega de eternidades. Y ahí seguiría, en el inocuo sitio de la pureza fuera del poder donde nadie se contamina ni se pervierte, ni se equivoca, ni vale nada.
Pero la historia ya está escrita. En algunos casos, como en el análisis del gobierno de Vicente Fox, ya está hasta sentenciada. Un desperdicio increíble. Una pérdida de tiempo; una mala caricatura de los peores momentos del priismo de reata y tejana y un vergonzoso recetario de frivolidades y negocios conyugales chorreados en salsa abajeña. Sin embargo, el desajuste ocasionado en el PRI por la falta de líder llevó a sus militantes al peor agujero de su historia.
Si en el 2000 habían perdido la Presidencia, en el 2006 no lograron ni el segundo lugar electoral. Como lo diría un agente inmobiliario, pasaron del Penthouse en la zona residencial más cara, al sótano de una vecindad en San Antonio Tomatlán.
Pero ahora, doce años después, el viento parece dar una vuelta y el Partido Acción Nacional es visto por algunos (dentro de cuatro meses veremos cuántos) como un partido por el cual cada vez menos ciudadanos quieren apostar tras dos decepciones dolorosas y frustrantes. Una frívola e ineficiente, y la otra ineficiente y sangrienta. Al parecer al PAN le podría pasar como a su enemigo histórico: entregarle con sus errores la ganancia al otro. Dos mil doce podría ser el año de una nueva versión del voto útil y del hartazgo por el cual los nietos de don Plutarco conocieron la actual docena trágica de su historia.
Y esa posibilidad se advierte en dos discursos. Uno, el recurrente del panismo y sus afines en cuanto a no volver al pasado; es decir, continuar insistiendo en los errores y horrores de su adversario quizá por carecer de méritos propios con los cuales convencer de manera contundente a un electorado insatisfecho y frustrado.
El otro discurso es el de Pedro Joaquín, quien en el aniversario del partido (como se decía antes en determinado singular masculino) le ha recetado al PAN la medicina con la cual purgaron al tricolor hace doce años: hablar de los errores y horrores del antagonista. He escrito, permítase la digresión, antagonista por la sugerencia de algunos lectores quienes me insisten en suprimir la palabra enemigo. Me dicen: en la política democrática hay adversarios, oponentes, antagonistas, opuestos, pero no enemigos. Eso nada más en la guerra. Pero yo lo dudo. Satisfecha (a medias) esa petición, al menos en un párrafo, sigo con este asunto.
Dijo Pedro Joaquín: “…El desempleo arroja a miles de mexicanos a la economía informal, y frustra las expectativas de los jóvenes… La estabilidad económica que presume el gobierno es estéril… “…Vergonzosamente, tenemos los peores índices de comportamiento económico en el continente. Somos líderes, en cambio, en pobreza. Entre 2008 y 2009, países como Brasil, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Uruguay y Argentina lograron disminuirla. México fue el único país latinoamericano en el que la pobreza aumentó. “…La inversión pública en infraestructura ha caído drásticamente. Antes, en México se construían colosales obras, desde las gigantescas hidroeléctricas, los distritos de riego, las nuevas ciudades turísticas, hasta centros de enseñanza superior como la majestuosa Ciudad Universitaria, hoy el gobierno gasta cientos de millones de pesos en un monumento a la corrupción, que ofende la memoria de los padres de la Independencia, y atenta contra la estética del Paseo de la Reforma en la capital de la República”. Y más: “…El crimen organizado nutrido por el narcotráfico, se ha expandido por amplias regiones del territorio nacional, y amenaza con penetrar las instituciones del Estado. “…El gobierno federal dice que tiene voluntad para combatirlo, pero obtiene resultados contrarios a lo que proclama. La descomposición social del país es preocupante. Hoy se destina más presupuesto que nunca a la Seguridad Pública, mientras que se ha triplicado la incidencia delictiva… “…No es extraño, entonces, que nuestro partido se haya venido recuperando electoralmente durante los últimos años, pese a las alianzas opositoras que se produjeron en algunos estados”.
O sea, aquellos no valen nada. Es el mismo recurso argumentativo de Vicente Fox y de todos los otros ideólogos panistas de siempre. La serpiente se muerde la cola. Solamente faltan algunos lemas publicitarios como “Vamos a sacar al PAN de Los Pinos” para mirar detrás del espejo. A fin de cuentas hoy los partidos parecen no tener mejores opciones. Derribar al enemigo, hacer leña de sus árboles caídos y si es posible meter el hacha alegremente o soltar la tea con cuyo incendio se abrase el otro bosque. Medir con la misma vara.