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El PRI: democracia o “politburó”



Huérfano de toda orfandad, sin  padre ni madre, con  las estructuras vencidas, amagado ventajosamente por una nueva central obrera oficialista suficiente para pulverizar los restos de la vieja CTM; con un sector campesino arrumbado en la improductividad política y un sector popular desplazado por los programas sociales del régimen naciente, el PRI no tiene hoy ni rumbo ni futuro.

—Pero tiene algo importante —dice Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, mientras hace crujir la cáscara de una tenaza de cangrejo: tiene militantes, muchos; tiene doce gobernadores, tiene gobierno sobre la mayor cantidad de habitantes de México; tiene diputados, senadores: ¿pocos?, pues con ésos, con la militancia, con el priismo ­capaz de reorganizarse.

Se entusiasma con sus palabras el también presidente de la Confederación Nacional de Gobernadores.

—¿Reorganizarse, democratizarse? Eso lo venimos oyendo desde Carlos Madrazo, desde Porfirio Muñoz Ledo, desde Reyes Heroles, desde Luis Donaldo Colosio…

—Pues lo venimos oyendo, pero no lo vemos haciendo. Nuestra única solución es trabajar y trabajar; hacer política ahora, cuando todo está en contra, porque estemos como estemos, el PRI sigue siendo parte de la gobernabilidad de este país.

Alejandro Moreno ha acuñado una frase para el actual PRI: la dirigencia de un politburó soviético.

—Sí, yo les he dicho el politburó. ¿A quiénes? A los que todo mundo conoce.

Su frase me recuerda tiempos viejos, cuando Carlos Salinas de Gortari, le achacaba el asesinato de Luis Donaldo Colosio a la “nomenklatura” del partido, así con “K”, como una reminiscencia eslava de la grafía cirílica.

—¿Cambiar la condición de gobernador de un Estado con 4.3 por ciento de crecimiento a pesar de la crisis petrolera; con los más bajos índices delictivos del país, con perspectivas por la llegada de Pemex Ciudad del Carmen, con el Tren Maya a la vuelta de la esquina?

—Y soy un político. Hago política todo el tiempo. No se hacer otra cosa. Es un momento importante y no podemos dejar las cosas como están. El PRI es el partido más añejo del mundo, ha sido la organización central en la historia moderna de México. Y yo —rompe otra muela de marisco— he sido todo en el PRI y todo por el PRI.

—Legislador varias veces, diputado senador, gobernador; todo desde abajo.

—¿Veremos una solicitud de licencia?

—Cuando aparezca la convocatoria, seguramente.

Alguien le hace ver su cercanía con el presidente López Obrador. Sonriente explica:

—Yo les he dicho que hago política y eso estoy haciendo. La política no es salir a tirar espadazos a lo loco. Yo respeto al presidente por muchas cosas, la primera, por su legitimidad electoral. Eso es un mandato. La segunda, porque formamos una república. Si el presidente le dice a un estado que perdió 20 mil empleos de golpe y porrazo que va a atraer a Petróleos Mexicanos a Campeche, ¿le digo no, no traiga a nadie, no queremos nada? ¿Voy a ver de esa manera los beneficios para el estado? ¿Le voy a ayudar a quién? A nadie.

“Si propone una Guardia Nacional y le condicionamos algunas formas operativas y las admite, ¿vamos a decir no y no? ¿Si quiere hacer un tren que integre la zona Sureste, tan necesitada de inversión por años, lo vamos a rechazar de entrada?

“Pero no voy a jugar con la distribución de los recursos y las aportaciones federales. No estoy loco. Voy a exigir y ofrecer respeto; eso sí..

—¿Entonces la lucha política?

—Eso es otra cosa, pero la lucha no se hace desde el gobierno estatal. La lucha se hace desde el Partido. Por eso quiero estar ahí.

—Pero no todos lo apoyan.

—Claro, pero no todos me rechazan. Y me importan más los apoyos que los adversarios. Yo ye me he reunido con todos. He hablado con todos los mencionados como aspirantes y de todos tengo una buena opinión y una relación civilizada y educada.

—¿También con Ivonne?

—Claro que también con  Ivonne. Hemos dicho cosas parecidas.

—¿No teme una pelea desigual?

—Pues no dudo que se presenten los recursos de siempre, que junten a tres o cuatro y luego saquen una imaginaria unidad. Pero en un proceso abierto y democrático, yo les gano. Pero de calle.

—¿Y si otro gana limpiamente?

—Pues yo perdería limpiamente. Pero eso no va a pasar.

 

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